El primer año del Gobierno del Cambio nos llena de magias y sorpresas con un coro que entona cantos de victoria y glorias al Presidente.
Como si fueran magos y encantadores, todo el gabienete ha desfilado a presentar cientos de logros y obras bajo el sutil relato de que todo es posible por la orientación de su presidente.
Y en verdad son magos, porque esos logros sólo se ven en las pantallas; si le da una vuelta al país no existen y no existen porque no se han realizado.
Esta semana hemos visto a funcionarios modelando en una alfombra por la que desfila sin elegancia la mentira.
«¡Hemos mejorado! Estamos cumpliendo y estamos cambiando… hemos logrado récord en esto y también en aquello», enuncian los titulares.
La gente no necesita que le digan que está mejor. La gente va al supermercado, compra y comprueba. No necesita que le digan que hemos cambiado. Va a la ferretería, compra y comprueba.
Un año después, República Dominicana es otra. Cambió.
No podrá decirse que cambió para mejor, tampoco para volver a ser lo que era antes del Covid-19.
El impacto del desastre sanitario en negocios y familias fue (ha sido) muy desigual.
Esos dominicanas y dominicanas a los que les fue mal y están económicamente convalecientes, no se han recuperado todavía. Peor, han tenido una recaída por la falta de políticas efectivas de remediación del actual gobierno.
Da gusto oír a los funcionarios del “cambio” rendir cuentas de su gestión. Su discurso es de corte bíblico: Antes, todo estaba en tinieblas. Hasta que vino el espíritu del “cambio” y… ¡se hizo la luz!
No se construyó nada antes. Era malo el endeudamiento antes. Cuya razón de ser era el déficit eléctrico sempiterno, principalmente.
Ahora el endeudamiento es una bendición. Aunque sea para almacenar dinero en el Banco Central evitando una devaluación que ya es un hecho con el incremento dramático de precios.
Dejaron caer el 911. No existe seguimiento de casos COVID-19. La fórmula de los combustibles, no funcionó. Pago de publicidad supera los cuatro años anteriores. Peste Porcina Africana llegó al país. POR DESCUIDO del Gobierno. La inflación más alta de la región. En junio del 2020 fue de 0.11%. Volvieron los apagones. Terminó la luz 24 horas. Funcionarios incompetentes. «Cambiamos botellas», publicación para celebrar los 100 días, demeritando a quienes por años trabajaron en el Estado.
El martes 10, otra vez, el ministro omitió al Bahoruco Oriental en una entrevista televisada al hablar de los planes para restaurar las zonas montañosas de Valle Nuevo, Sierra de Bahoruco y Los Haitises.
Como bien respondió la coalición, “la zona productora de agua en el Bahoruco es la Oriental, con más de 23 cursos superficiales y otros muchos manantiales y norias, mientras que la Occidental, con casi el doble del territorio, sólo da origen a cuatro ríos”.
Dentro de pocos días el gobierno cumple su primer año de gestión, el relato de que estamos cambiando y la campaña de culpar a otros llega a su fin, pero quienes gobiernan siguen en campaña como si fueran oposición.
A partir de ahora esperamos que puedan comenzar a trabajar y a ejecutar las promesas de campaña y lo que dicen que han hecho, pero que nadie ve.
Hemos visto una especie de pasarela de ministros y otros funcionarios frente a las cámaras haciendo una apología de su ejecución, una rendición de cuentas hecha por ellos y para ellos. Vedetismo puro y simple.
Al pobre se lo está llevando quien lo trajo.
¿Y quién fue que lo trajo?
Al pobre lo trajo la desigualdad. El pobre es hijo de sangre de la miseria, nacido y criado entre el hambre y el malvivir.
El pobre, cuyo espíritu inquebrantable se subleva en la mayoría de los casos contra la desilusión y la desesperanza, aspira siempre a mejorar sus condiciones materiales de existencia.
Después de políticas públicas establecidas en los últimos años, políticas que le declaraban la guerra abiertamente a la desigualdad, hoy el pobre, el dominicano de escasos recursos ve reducidas sus esperanzas en tiempos de pandemia, improvisación gubernamental y desmonte de las iniciativas que le servían de impulso para librarse de ese cáncer social llamado pobreza.
Problemas que reclaman solución, desafíos que descubren oportunidades, y sin embargo, ahí no está el asunto.
Mire usted.
Cuando se gobierna siempre habrá solución a los problemas porque hay oportunidad. El desafío es saber cuando, como y a favor de quien o de quienes se resuelven los problemas que se presentan.
La escasez de carne de pollo, por ejemplo, es un problema causado por el aumento de la demanda (oportunidad), provocado por la caída del consumo de la carne de cerdo (otro problema), a su vez causado por la Peste Porcina Africana, ciertamente un problema que se podría convertir en una oportunidad.
El cambio. El descuido. Más de 300 técnicos cancelados. Puertos y aeropuertos desguarnecidos. Protocolos descontinuados. Y la peste de nuevo nos pilló.
La tragedia más grave de nuestra sociedad es la desigualdad. Los buenos gobiernos procuran administrarla de tal modo que no hagan más angustiosa la vida de los más vulnerables. Los malos, la profundizan.
Creando miedos, sobresaltos y sustos, como todas las pesadillas, el PRM (antes PRD) volvió al poder en la República Dominicana.
Con ellos regresaron los buscones en las instituciones públicas, la pérdida de empleos y las pestes.
Cambiamos los procesos de pagos digitales por pagos con cheques.
Cambió la luz 24 horas por apagones.
Cambiamos de funcionarios capaces a una mayoría desconocedora de sus instituciones y funciones.
El cambio ha sido del sosiego al caos, del control al desmadre.
La Caleta y Cotubanamá, cuando parece que los empresarios turísticos entienden que esas áreas son un plus para sus negocios, el gobierno aprueba la explotación de petróleo en la cuenca marina de San Pedro. Una compañía promete invertir US$12 millones en ocho años.
Sólo en 2019, la inversión extranjera directa en turismo llegó a 667.4 millones de dólares y el Estado sólo en limpieza de playas invirtió un millón 319 mil dólares. Países como Costa Rica están vetando la explotación petrolera y RD, que es solo parte de una isla, debería hacer lo mismo.
Muchos “picazos”, pocas obras, muchas redes sociales y la inversión pública en el suelo. El empleo resentido, la inflación de dos dígitos, apagones redivivos y una delincuencia cabalgando a más.
La vigilancia sanitaria es tan floja que nos entró la Fiebre Porcina
Africana sin darnos cuenta.
El pueblo dominicano celebra las medallas que con gallardía van ganando nuestros deportistas en las Olimpíadas de Tokio.
En medio de tanta cháchara en el país, esos muchachos y muchachas son un destello de luz que nos invitan a seguir amando esta patria.
Sería injusto celebrar esas medallas y dejar a un lado las medallas que cada día se gana el gobierno del Cambio.
En casi un año han ganado medallas que nos llenan de asombro.
A propósito de que suena como río la reforma tributaria, no debe el Gobierno aprovechar para apretar demasiado el cinturón de un pueblo al que ya no le queda barriga.
La gente necesita respuesta, certidumbre y confianza. Ha fallado hasta el momento la actual administración en esos aspectos, que provocan al pueblo sobradas sospechas a la hora de pactar una reforma tributaria.