Se veía venir
Todas las guerras se parecen.
La que libran Rusia y EE.UU. en territorio de Ucrania, bajo la atenta mirada de China, tiene gran parecido con la que tuvo lugar en la isla La Española, a principios del siglo XVII entre Inglaterra, Francia y Holanda contra España.
El pujante y voraz capitalismo incipiente de los tres primeros competía con eficiencia en mercados monopolizados por la territorial y militarmente poderosa España, rapaz e ineficiente extractivista.
La guerra comercial estalló cuando los criollos españoles, dueños de ingenios, ganado y predios agrícolas prefirieron comerciar con ingleses, holandeses y franceses y no con la Casa de Contratación de Sevilla que les obligaba a “a vender barato y a comprar más caro”.
La respuesta de España contra sus emprendedores criollos para impedirles el comercio y no perder el control del mercado en La Española fueron las Devastaciones de Osorio.
Despoblación hasta Santiago y Azua, pueblos abandonados, migración forzosa, familias destrozadas, destrucción de ingenios azucareros, muerte de ganado, puertos cerrados por 100 años, huida de capitales a otras colonias americanas y un largo etcétera de consecuencias que aún se sienten 400 años después.
Ambos, Rusia y EE.UU. querían pelearse en Ucrania. No aguantaban más. Deseaban ardorosamente definir, una vez y sin tardar más, el desamor del mercado del gas, del petróleo, del uranio, del niquel, del trigo y del dólar. Ambos creen que saldrán victoriosos. Lo curioso es que podría ser así: EE.UU. desacoplar a Rusia de ciertos mercados y Rusia conseguir espacio vital garantizado.
Mientras, como aquí en la isla en 1607, Ucrania quedará devastada y Europa, zarandeada.
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