
Vigilancia y fe
Cincuenta y seis meses después del inicio del régimen, la ficción asume formas diversas de amedrentamiento hasta ahora imposible. Contradicciones a granel salpican el discurso oficial empero algunos se aquietan.
Cincuenta y seis meses después del inicio del régimen, la ficción asume formas diversas de amedrentamiento hasta ahora imposible. Contradicciones a granel salpican el discurso oficial empero algunos se aquietan.
Evitar el desapego a la ley es primordial, pero no hay fortaleza suficiente para hacerlo. Se repite la sugerencia de redactar leyes post, como si legislar fuera la solución y no aplicar la ley.
Es inminente detener el juego perverso que usa la norma como divertimento, como pieza inerte, inservible. La solidaridad, el duelo, no pueden interferir, menos ocultar la responsabilidad.
El hilo de Ariadna para salir del laberinto migratorio es la aplicación de la ley General de Migración. Su vigencia no puede ser sustituida por espejismos soberanistas.
En esas narraciones el nombre de “Ortiz” es más que frecuente. 64 años después, la mísera fabulación de ese sujeto alborota la ignorancia.
El poderoso jeque del transporte ratificó algo repetido y sabido: el consumo de sustancias controladas es libre en el país. No sólo los chóferes disfrutan el privilegio.
Hoy retumbará en la memoria la Elegía de Miguel Hernández, también el eco del homenaje a Orlando, escrito por Soledad Álvarez repitiendo que el dolor no cabe en la Historia ni en el poema tanto heroísmo inútil.
“Nuestro país está en guerra” declaró en Puerto Príncipe el nuevo presidente del Consejo Presidencial de Transición. La situación amerita menos proclamas y acercamiento urgente a la realidad fronteriza.
Esta vez, del adanismo, marca Cambio, el presidente luce bíblico cuando enumera las primeras piedras que ha colocado.
La satisfacción de las demandas de una población creciente necesitará el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
¿Será que la PEPCA no entiende la señal, o no ha tenido motivación para evaluar las denuncias? El intento con el caso Intrant Transcore dejó exhausto al personal o quizás frustrado. Sin su trabajo el “Caiga quien Caiga” será retórica embaucadora.
Mientras encuentran las toneladas de “tierras raras” el estudiantado irrespetará al magisterio ágrafo y dembousero, sin calidad para pedirle “buenas notas” porque el profesorado solo necesita 65 puntos para recibir incentivos.
La expatriación puede ser en la patria misma. La apatridia emocional ocurre por opción, por ausencia de identificación. Ni de aquí ni de allá, ni mandinga ni carabalí.
Para la minoría que busca la excelencia, quedan rincones como el que ocupa con sus reflexiones, en este periódico Manuel Maza SJ, incólume en su fe y compromiso.
Ha triunfado la industria de lo incorrecto, hermoso calificativo para esconder acciones delincuenciales impunes.