Júbilo Postergado
Los religiosos defendieron sus privilegios, fueron complacidos y de inmediato comenzaron a respaldar la “modernización fiscal” antes del discurso presidencial.
Los religiosos defendieron sus privilegios, fueron complacidos y de inmediato comenzaron a respaldar la “modernización fiscal” antes del discurso presidencial.
La iniciativa permitía desviar la atención porque algunos percances demostraban falsía en el discurso oficial como la crisis en el sector eléctrico, el sempiterno drama del tráfico impune de haitianos.
Más que su independencia, esta vez el Ministerio Público necesitará amianto para resistir el fuego y demostrar que una cosa es trabajar con la plaza a favor y otra enfrentar las miserias del poder desde el poder.
El gobierno se suma a la lucha transaccional contra el fentanilo, se regodea mostrando toneladas de drogas incautadas después de persecuciones hollywoodenses, pero rehúye enfrentar la distribución, venta y consumo local.
Miles de capitaleños todavía no conocen el mar Caribe, su límite visual es la cañada y su aspiración mayor es “tener un punto” en el callejón, el cierre de “La Cafetera” no les concierne menos el cambio de nombre de la calle Nicolás Ovando por Johnny Ventura.
Las reformas son el nuevo credo. La población debe concentrarse en un batiburrillo de propuestas para darle vueltas a la noria con omisiones y principios de la patria nueva sacrificados.
El refajo quedó al viento y un guasón que consulado no necesita, alteró el tránsito en Ciudad Gótica. Más que tierras raras, hay actitudes extrañas, arrebatos inconcebibles, como vender lo que no tenemos.
¿Dónde ubicar ahora las monsergas éticas y tanta prédica frívola y mendaz, repetida por incautos y también por oportunistas?
La atrocidad no puede competir con el trajín reformador. El director de la ONDP advierte que “lejos de mejorar la situación ha ido en decadencia”.
El mandatario agregará su nombre al de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Leonel Fernández, con la ilusión de la permanencia de su legado, gracias al artilugio de los candados, la petrificación y el blindaje.
Con sus amenazas y acciones aterradoras, el sucesor de Chávez apuntala el autoritarismo y sepulta la democracia, sin rubor.
Diecisiete días faltan para concluir su primer mandato y cada minuto el jefe de estado ratifica su lugar señero. Sin competencia, quita y da, se impone.
La desmovilización social ayuda, además, los representantes del poder fáctico son complacientes con el mando y la oposición está desarticulada, sin fuerza en el Congreso.
LA Semanal es un ensayo de obsecuencia desmedida y la banalidad de algunos participantes abona la egolatría. El optimismo oficial es contagioso, pero compromete.
De manera imperceptible entre la insistencia de nuevos tipos que sirven de alpiste para el populismo, ha vuelto la justificación de la violencia, la servidumbre conyugal, el agravio a la infancia.