Creatividad y silencio

13-10-2025
Anjá
Ojalá, República Dominicana
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La creatividad del narcotráfico es encomiable y recurrente. Los grupos, convencidos de la efectividad de sus contactos, despliegan su ingenio. Apuestan a vencer los controles migratorios e inventan envases inverosímiles para pasar la mercancía.

Cuando las autoridades detectan el contenido divulgan nombres y direcciones no verificables. Nunca se conoce el decurso de la investigación y menos el desarrollo del juicio, oral, público y contradictorio.

Todavía no hay noticias sobre el más espectacular alijo de cocaína detectado aquí y en la región, aquel descubierto en el puerto Multimodal Caucedo que produjo la incineración inmediata de 10 toneladas de cocaína.

Fácil presumir que las investigaciones son transnacionales y convenientes y el decomiso es ofrenda a poderes superiores.

Sorprende la utilización reiterada de las rutas para el transporte de la droga. Repiten los mismos lugares de la costa y del territorio donde se producen los decomisos de toneladas de cocaína y marihuana.

Como todo cambia, la incidencia social y política del narcotráfico no produce rechazo ni asombro. Es innegable la convivencia pacífica con esos emprendedores que desarrollan sus negocios de triangulación a ojos vistas y descubrieron como guarida adecuada la función pública.

En otra época los capos se convertían en arquetipo repudiable. Malhechores deslumbrantes con su ristra de asesinatos y fechorías a cuestas.

Florián Feliz fue espectáculo y desenfado. A pesar de su condena por el decomiso de 953 kilos de cocaína, desde la cárcel continuaba comandando su imperio criminal.

Entre el rumor y la realidad no hemos tenido Escobar, pero casi. Florián se impuso gracias a la convicción del poder que tenía y ostentaba.

Sus visitas al Palacio de Justicia las presidía una caravana de periodistas, fotógrafos. Inolvidable y aleccionador aquel episodio cuando desafió al juez que en audiencia le ordenó quitarse las gafas. Había llegado el anunciado lobo, el narcotráfico se imponía y el sistema perplejo estaba contra la pared.

El trágico final de “el capo de todos los capos”- hasta esa fecha- desvió la atención. Mientras tanto se fortalecía el dominio de Quirino, tan despreciado como usado por los que recibían sus dádivas.

Lo más escarnecedor para “el benefactor de Elías Piña” fue la expulsión de sus hijos de un colegio para público selecto, ubicado en el DN. Cuando el padre estaba en la cúspide los niños fueron aceptados y sus donaciones bienvenidas, en ruinas descubrieron que contaminaba.

El reinado de Figueroa Agosto tuvo otros matices. El hombre compartía con representantes de la élite urbana sin rubor ni repudio. Rocambolesca su era.

Amparado en sus diferentes identidades consiguió el favor de mujeres y hombres que disfrutaban sin preguntar. Ahí están, sepulcros blanqueados en esta sociedad de efímeros enconos morales.

Ahora el reclamo es otro. Las fortunas construidas al amparo del narcotráfico asignan nombradía. Las curules ayudan al disimulo, a la componenda.

Lejos de los escándalos del pasado los narcos medran en las funciones públicas y aspiran a la bendición papal.

Es apetecible el respaldo espurio pero efectivo que decide elecciones. Es difuso el miedo a los escarceos judiciales, tampoco desvela la delación de los extraditados. La creatividad continuará, el silencio ayuda.