¿Para qué ha servido a Putin la guerra en Ucrania? ¿Para contener la expansión de la OTAN hasta la frontera rusa? ¿Para hacer saber a Europa cuánto necesita el petróleo y el gas rusos? ¿Para hacer que EEUU y la UE escuchen con las armas lo que hace casi diez años viene advirtiendo con palabras? Para todo eso y para mucho más, sin dudas.

Pero la guerra en Ucrania también sirve a EEUU y Europa. ¿Para qué?

Para demonizar a Putin y a Rusia, los malos, y santificar a EEUU y Europa, los buenos de siempre.

Para tener una nueva excusa para incrementar sus presupuestos militares y reducir y posponer la inversión social. Sólo Alemania habla de cien mil millones de euros. España, de un 2% del PIB.

¿Para dar salida momentánea a la eterna crisis de devaluación del dólar y el euro poniendo en movimiento la máquina de imprimir dinero fiat, inorgánico, y seguir alimentando el monstruo de la especulación y la industria bélica sin la cual no pueden existir?

Con razón nunca les interesó evitar el conflicto, a pesar de que tuvieron todas las oportunidades.

¿Para iniciar el control definitivo de las criptomonedas que amenazan con expandirse como Pedro por su casa? Una ordenanza del presidente Biden, del pasado diez de marzo, manda a las autoridades monetarias a intervenir en el tema.

Es mucho lo que no se ve en este conflicto. Pero con la guerra pierden los pueblos y ganan las oligarquías, siempre necesitadas de una guerra para afianzar sus privilegios, aumentar sus ganancias y promover sus concepciones viciosas. Ganan Rusia, EEUU y Europa. Nadie lo dude.

Así que, se lo propusieran o no, Rusia, EEUU y Europa son aliados siameses en esta guerra.