
Flamboyanes, colonialismo e identidad
Que una planta se convierta en símbolo cultural en nuestros países está más ligado a la historia de dominación colonial de nuestros pueblos que con el conocimiento de nuestra flora y de nuestra cultura
Que una planta se convierta en símbolo cultural en nuestros países está más ligado a la historia de dominación colonial de nuestros pueblos que con el conocimiento de nuestra flora y de nuestra cultura
Ya no les basta con los aguacates y mangos. Ahora también nos imponen otra especie introducida e invasora, cuyo único uso es ornamental, aunque tengamos especies endémicas como el Vitex heptaphylla y la Calliandra haematoma en esa región.
¿Cuándo escuchará a los científicos y al pueblo este gobierno? ¿Cuántos muertos más seguirán apilándose bajo el concreto que los cubre en cementerios y aún en el Jet set?
Dios nos agarre confesados en un país donde el ministerio de Medioambiente está más en negocios como privatizar el agua que en hacer cumplir las leyes ambientales.
Esta gestión de papel sigue como si nada, promoviendo embalses que no se terminan nunca y cuestan millones de más y causan el desalojo de cientos de familias condenadas a la desgracia. Mientras nuestros bosques y ríos, solo están protegidos de derecho, no de hecho.
La cuenca de Enriquillo, donde está la Reserva de la Biosfera Bahoruco-Enriquillo, se lleva la Palma: exploración de tierras raras y petróleo, sin contar el megaproyecto turístico que ha dañado la costa y estafado a los moradores con sus terrenos para la construcción del aeropuerto, que competiría con una plataforma de lanzamiento de cohetes.
La extracción se hace en minas a cielo abierto, y para su separación mediante lixiviado se requieren productos químicos muy agresivos, como ácidos fuertes y solventes.
Para salvar más vidas de mujeres y niñas hay que conectar la crisis climática y la desigualdad con el sistema capitalista que provoca ambas y por eso solo nos queda Rosa Luxemburgo: Socialismo o Barbarie.
¿Y las Barcazas de la muerte? Los vecinos del Ozama y Los Negros de Azua, aún esperan por la justicia ambiental para su salud y la de esos ecosistemas.
Es hora de afrontar la preocupante complejidad de los retos de la transición energética, tan formidables como los que queremos superar.
A los de la presa de Monte Grande, los trasladan a viviendas sin tierras agrícolas, dejándolos sin su medio de vida, y a los de Boca de Los Ríos ni si quiera les han construido las viviendas.
El pueblo dominicano no permitirá—como lo demostró en Oviedo, Los Haitises y en Quance—que haya otro desastre ambiental como el de Cotuí en la Sierra de Bahoruco, en una zona muy cerca de los límites del PNSB, nuestra mayor reserva de biodiversidad.
Las autoridades deberían afrontar todas estas cuestiones que peinan décadas, es verdad, pero nunca habían estado tan cerca del área núcleo, la explotación en el Pomier.
Barrick ha construido viviendas y ha hecho todo lo que le ha parecido, sin transparencia, para desalojar a las comunidades afectadas; y cuando éstas se han resistido, el Estado sale en defensa, pero de la minera, a reprimir al pueblo.
Mientras las multinacionales y los Fideicomisos decidan sin que el Estado ponga condiciones y haga cumplir las leyes vigentes, el medio ambiente, los ecosistemas y la biodiversidad que los habitan no estarán protegidos de manera real y sus amenazas seguirán materializándose.