⏱️2.23 min Los graves daños que a nivel global ha provocado esta “bendita pandemia” tiene al mundo centrado ahora en las vacunas, por ser estas la única esperanza que pudiera garantizar , según los expertos, el retorno a algún tipo de normalidad, lo cual aún está por verse.
Lo que la gente quiere es progreso, desarrollo y una vida mejor para todos. Odio y virus solo conducen al fracaso general.
La gente se puede desesperar, con razón, y pedir que las traiga el que pueda, pagar lo que pidan y evitar contagiarse y morir.
El cambio ha dado al traste con una improvisación que encamina a las instituciones al desastre, por lo obvio: cambiar lo que bien funciona no es la mejor maniobra.
Las expectativas, si tomamos en cuenta el factor normalizador de las vacunas, van al alza. Hacia allá va el dinero y los compradores a futuro.
Si el horno no está para galleticas, mucho menos para pan barato.
El pan nuestro de cada día, por tanto, llegará a las mesas de las familias dominicanas a precios entre ocho y diez pesos.
Es decir, el país tendrá que invertir cuantiosos recursos económicos para la compra de una de las marcas de vacuna, pero con escazas garantías de lograr un resultado satisfactorio para la población.
En las pasadas elecciones, la magia solo existía en las cabezas de los que ofrecían cambio. Eran las propuestas del abracadabra.
Hace tiempo que la relación entre el ciudadano y la política vive una auténtica fragmentación.
La sociedad dominicana se ve frente a varios laberintos, siendo el más engañoso de todos el de un gobierno improvisando en medio de la crisis.
El odio que hoy se siembra desde un escritorio, desde un cuarto remoto, de forma anónima muchas veces, se esparce como veneno en la sangre y ataca con furia a los débiles de consciencia, los confunde, los engaña con planteamientos baladíes…
Están en todas partes y a todas horas. Contadas desde millones de teléfonos celulares y distribuidas por las redes sociales. (imagen: «Multitudes» de Juan Genovés)
Muy patriota él, el ministro de Educación da lecciones de patriotismo a nuestros estudiantes: no se graduarán mientras no sepan de memoria las letras del Himno Nacional. Es decir, lo patriótico es un asunto nemotécnico.
De repente, los poemas y la política parecen encontrarse.
Y no por aquello que dice Sabina, de que el arte se inventó para corregir la realidad, sino porque ambos nacen y viven de los momentos.
Sin lugar a dudas que la decisión adoptada por las plataformas de redes sociales Twitter, Facebook e Instagram de suspender la cuenta a un presidente en ejercicio, demostró el inmenso poder que hoy tienen las millonarias corporaciones dueñas de las redes sociales.