“Gran pagano se hizo hermano

De una santa cofradía (…)

¡Aquel trueno vestido de Nazareno! (…)”. 

(Antonio Machado)

Hoy que la demagogia viaja en clase económica, hay que acudir al inolvidable Machado. Es tan viejo eso de la religión como instrumento.

No es cuestión sólo del fundamentalismo talibán.

Pinochet comulgaba antes de asesinar “comunistas”. Hay narcotraficantes también muy religiosos. Lo de Bolsonaro con la religión, en Brasil, sería para reírse si no fuera una tragedia. 

El ex presidente Trump—“aquel trueno”—se tomó su foto con la Biblia poco antes de las elecciones y de ordenar la ocupación del Capitolio de EEUU por turbas fanáticas que dejaron muertos y heridos. 

Así que no debe sorprender que nuestro ministro de Educación ordene llenar de Biblias las escuelas. “¿Hay negocio o no hay negocio?”, preguntó una chusca tuitera.

Fundamentalista al fin, entiende que “hay que volver a los fundamentos”. Pedagogía talibán. 

Por suerte, la propia Biblia señala que no todo el que dice “Señor, señor” va al reino de los cielos. 

Sabiendo el ministro que son pocas las casas dominicanas donde falte una biblia, ¿no sería mejor seguir insistiendo en lo que ya veníamos haciendo? Reforzar la jornada de ocho horas. Continuar la campaña de alfabetización hasta erradicar totalmente el analfabetismo que bajó del 14% al 5% en ocho años. Mejorar la inversión en el programa PREPARA para jóvenes y adultos. Continuar con los programas de excelencia académica para estudiantes y docentes. Seguir reforzando el Programa de Alimentación Escolar, los huertos escolares…. 

En fin, aprovechar el 4% del PIB para seguir mejorando la calidad de nuestra educación y que de ella siga surgiendo el país a que aspiramos. 

¿Cree el ministro que eso es poco y que puede dedicarse a usar la religión como instrumento político?