Fideicomiso
Rueda la ley por el piso
¡Negociazos a la vista!
Se disuelve la conquista
¡Cuidado, fideicomiso!
Se soma triste destino
donde el águila se eleva,
la bahía que hoy refleja
Fideicomiso en camino.
Rueda la ley por el piso
¡Negociazos a la vista!
Se disuelve la conquista
¡Cuidado, fideicomiso!
Se soma triste destino
donde el águila se eleva,
la bahía que hoy refleja
Fideicomiso en camino.
Ajenos a una verdad ineluctable, el avance y el progreso se tuestan en la piel de los diarios. La caligrafía embellece el muladar.
Pero la realidad consume las cifras y devora el récord. La pobreza campea, la desigualdad otea. La injusticia social es otitis que estalla en los oídos. Muere la calidad de vida.
Estos días, nuevos días,
que pueblan los calendarios,
de quincenas y salarios,
pueblos sueñan mejorías.
Que la guerra se haga paz
y la miseria, progreso.
Que no avance el retroceso,
que el amor no esté de más.
Que la paz sea el destino,
en el año venidero;
sea el abrazo sincero
y placentero el camino.
¡Combatir a pesimistas!
Y a quien le tocó sufrir,
desear que el porvenir
sea un año de conquistas.
Esta práctica lleva años y no solo en ese Parque, en todos. Es tan burdo lo que ocurre en Los Haitises, que bastaría con transitar la autovía del Este para ver a los conuqueros salir con sacos de víveres sembrados en esas lomas. Y hasta los venden en la carretera.
Hace semanas, meses, el barril de petróleo se encuentra por debajo de los 85 dólares y la población sigue a esperas de que baje el precio de los combustibles.
En la barahúnda de cosas, de millones de emociones que erosionan de almas de distintos colores, sabores y clases, lo que nos salva y nos salvará siempre, lo que nos dará aura y elación será la solidaridad de unos con otros.
Alguien ha ordenado toque a degüello contra la felicidad de quienes viven más cerca del suelo, abajo, muy abajo. La injusticia irrumpe con desafuero las frágiles casas de lata y cartón, en cuyo interior palpitan corazones amilanados.
Los movimientos perseguían los emolumentos. Lo que dolía en el alma y en la patria, ya no duele. Todo está curado y resuelto, después de que sus nombres fueron bordados en la nómina pública.
Ni pose ni antifaz que en anteriores tiempos polvoreaban rostros de una raza de hombres sin principios, son hoy necesarios. Hoy la inmoralidad es la moral, el canon social establecido, enraizado en la osamenta.
Ya se siente la brisita
y se está yendo el calor.
Ya suena Cima Sabor
y vuelve a volver Juanita.
Se cocina un rico moro.
Se discute y no hay acuerdo
sobre el cuerito de cerdo,
que se aprecia más que el oro.
Entre precios insurgentes,
productos inalcanzables;
entre exculpados culpables,
construyamos nuevos puentes.
Supuestos independientes
defienden su propia causa.
Sin prisa, pero sin pausa,
construyamos nuevos puentes.
Conciertos de desconcierto retumban a coro en la ciudad hecha presa por pusilánimes orcopolitas. Entre las denuncias de desaparecidos: la razón. Matar al sentido se hizo común. ¿Qué nos queda?
Gregorio, cuando supiste
que bota extraña pisaba
tu patria y la mancillaba
al invasor repeliste.
Soberano defensor,
Gilbert, soldado valiente
patriota del continente
incansable luchador.
Otra vez contra las masas,
Gobierno suelta los perros
y en la playa de Los Negros
buscan imponer barcazas.
Es un área protegida
que quieren contaminar,
pero Azua va a parar
el engaño y la mentira.