Respecto a la reelección presidencial y partidaria, para proponerse la continuidad en un cargo o posición, debería ser requisito, en primer lugar, el respeto hacia quien se dirige la propuesta. Se quiere continuar, ¿pero qué? Respetar al votante es haber, en este punto, cumplido lo prometido.

En segundo lugar, debe existir vergüenza. Una cara que mostrar, el rostro de un partido que inspire confianza, porque lleva un programa efectivo, porque ha mejorado la vida de la gente.

Con la ausencia de ambas condiciones, es prudente preguntar, ¿de qué manera es que el actual Gobierno busca continuar? ¿Qué es, en términos llanos, lo que ha cumplido? ¿Qué es lo que ofrece?

Con ausencia de vergüenza y de respeto hacia la gente, resulta gracioso y trágico a la vez prometer para el siguiente período lo mismo que no se ha cumplido en este.

¿Qué se puede esperar de un Gobierno que improvisa de tal suerte, que semana tras semana envía al Congreso proyectos que luego retira? Hoy decidirá lo que mañana echará hacia atrás. Eventos de esa categoría suceden cuando no hay plan. Las palabras se cansan de ser repetidas. La promesa aguarda por ser realidad.

La desconexión es brutal. Cada día, cada improvisación retrasa el progreso del país. Un buen dominicano diría que esta película ha sido un clavo. Y el director amenaza con una secuela.