La primera galleta

01-02-2023
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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El desorden es una institución muy lucrativa. En él cabe todo lo indecoroso, lo deshonesto. Cabe lo inmoral; el privilegio y los privilegiados, la ventaja y los «ventajosos». El mango bajito y los oportunistas (al por mayo y al detalle).

En el caos, huracán de incertidumbre y desconcierto, el despojo se hace norma. Y también el desfalco, mediante concesiones a la camarilla, que con inválidas justificaciones, quiebra a los vulnerables para enriquecerse de grotescas maneras.

Ahí están despojados los productores agropecuarios, los emprendedores, las amas de casa, los obreros, los asalariados y los pequeños artesanos. Ahí están padeciendo en solitario lo que sufre el colectivo.

Mientras las manos doblan los billetes y las bocas se doblan hacia adentro, el abuso se ceba contra los desposeídos, los que viven al margen del derecho; contra aquellos a quienes se les ha malcontado que la democracia es votar cada cuatro años y no un estado de orden que garantiza acceso e igualdad a todos, bajo el fundamento universal de los derechos de los seres humanos.

El caos que flota hoy sobre esta tierra se alimenta de la desarticulación social, tan evidente, que los sectores más presionados no solo manifiestan indiferencia o apatía ante el estado de cosas, sino que en muchos casos ignoran sus causas, las desconocen. Quizás la primera realidad sea efecto de la segunda.

Es muy escasa la reacción colectiva. Se mantiene en una suerte de parálisis la organización social y eso impide tomar acciones en la lucha por el porvenir.

Estamos ante el perfil de un pueblo que se mantiene en la calma del desesperado. Hasta que suene la primera galleta, quizás, como dice el pueblo dominicano.