Calor
Una ola de calor
castiga al dominicano.
Aún no llega el verano
y ya se siente el fulgor.
Cada quien carga su cruz
soplando con cartoncito.
Bota fuego el abanico
y el aire no tiene luz.
Una ola de calor
castiga al dominicano.
Aún no llega el verano
y ya se siente el fulgor.
Cada quien carga su cruz
soplando con cartoncito.
Bota fuego el abanico
y el aire no tiene luz.
En la Cámara de Cuentas
hay un cuento mal contado,
un acoso, un acusado
y criterios a la venta.
Hay un preso de confianza
aprobando auditorías,
consensuada rastrería
que en la institución avanza.
Ocurre en lo cotidiano. El fanatismo político, deportivo, etc., lleva al frenesí de querer defender lo indefendible, con datos falsos o verdaderos. No importa, no hace falta la verdad en las discusiones.
¿Guardar pan para este mayo?
No quedó para guardar.
Si en gastar se va el cobrar,
ilusión y desengaño.
La inflación inflada está,
la canasta en una nube,
la comida sube y sube
y el salario ya no da.
En la margen del infierno
trabaja el trabajador,
explota el explotador
y aumenta el Producto Interno.
Es afán del afán diario
la moderna esclavitud:
perder hasta la salud
por el mínimo salario.
Hasta el lenguaje ha cambiado a maravilla. No hay explotación, oligarcas ni burgueses. Sólo “empleadores”.Y el empleado o trabajador, agradecido, porque hay millones que no tienen en qué caerse muertos, pero buenos para mantener el salario en el piso.
Bajó las escaleras para enfrentar a Rodolfo, su más íntimo enemigo. Le dirá tantas cosas. Reclamará desconsideraciones y abusos cometidos en los últimos 30 años. Rodolfo lo espera pacientemente, bien vestido y con sombrero. Lo espera en el espejo.
Segura Foster me indicó que el servicio ha subido bastante de precio. Previo a la pandemia, el costo era 700 pesos. Es decir, ha duplicado su costo, más 200 pesos. Y eso es a él, a quien le aplican la consideración de un cliente fiel en el tiempo.
Este abril ya pronto parte
y canta de nuevo el gallo,
pues se asoma el mes de mayo,
cuyos días no comparte.
Abril de Guerra y Poblada,
abril de patria y de canto.
Abril, a veces de espanto,
tarde, noche y madrugada.
¡Las tarjetas se han quedado
sin dinero! ¡Otra vez!
Gente espera mes por mes
que no se lo hayan robado.
Una situación amarga
con el programa Supérate
que ahora llaman «Espérate»,
pues no llega la recarga.
Se lanza Biden al ruedo.
Busca el cargo repetir.
Tal vez vaya a competir
con el mismo Trump, de nuevo.
Para ir a reelección
debe Biden enfrentar
una crisis y bajar
la galopante inflación.
El almuerzo no tiene escuela. El uniforme tendrá estudiante. EdeEste licita velas. El medioambiente luce radiante.
El pobre vive afanado, si no es trabajo, no quiere na’. La importación se está sembrando en el campo y en la ciudad.
Está cara la comida
comentan en el colmado.
Felipe se fue al mercado
y no le dio para harina.
Cruzando por una esquina
Ramón preguntó a su yerno
que cuándo es que este Gobierno
bajará la gasolina.
Con graciosa ironía, el alza, la relata en Twitter el comunicador Carlos Tomás del Pozo. «Tranquilos que todo está bien, bajo control, el dólar está más barato y el peso más apreciado que nuca», indica.
El pueblo fue a la batalla
el 24 de abril.
Estalló guerra civil:
patriotas contra canallas.
Un día en nuestra memoria:
un 24 de abril
el pueblo tomó el fusil
y escribió su propia historia.