Alumbrando el porvenir
No hay tiempo para tristeza.
Respiremos el mañana,
como voz que ruge y clama
contra el miedo y la pereza.
La esperanza es combatir,
combatir es la bandera,
con el alma en la trinchera
alumbrando el porvenir.
No hay tiempo para tristeza.
Respiremos el mañana,
como voz que ruge y clama
contra el miedo y la pereza.
La esperanza es combatir,
combatir es la bandera,
con el alma en la trinchera
alumbrando el porvenir.
Como el poeta advirtiera:
las flores, las cortarán,
sin embargo, no podrán
detener la primavera.
Resurgirán las violetas
y las flores amarillas.
Abonarán las semillas
profecías de poetas.
Quien dice ser el más popular de todos los tiempos, cuenta en realidad con la apatía y la indiferencia de un 46 % de la población (que no votó) y otro 24% que votó en contra.
Basura que se amontona
y llega hasta los partidos,
traída por unos hilos
halados desde otra zona.
Firmeza hay en la locura,
con las ideas por piezas,
porque también hay cabezas
que están llenas de basura.
Mediante el olvido, los hombres y mujeres del tiempo futuro renuncian voluntariamente a recordar. Por consiguiente, renuncian al amor, al cariño, al afecto y a las relaciones interpersonales.
Aquí usted encontrará
artículos en la diana,
un espacio que se llama
Comunidad Ojalá.
Actualidad, medioambiente,
cultura y economía.
Celebramos la alegría
de ser medio diferente.
Arrecian los apagones,
el cambio apaga el país.
La gente dice que Luis
promete sin soluciones.
¿Las Edes? ¡De lo peor!
Intervención ameritan.
Apagones multiplican
el diabólico calor.
La mitad salió a teñirse el dedo. A la otra mitad no le interesó. Y, pasada la fiesta, en República Dominicana va quedando medio ambiente y media democracia. Medio ciudadano que es medio indiferente.
Otra vez deciden otros,
porque el pueblo sigue ajeno.
Las urnas quedan, de nuevo,
sin pito, flauta ni votos.
Al pueblo no le convoca
salir consciente a votar.
Es para reflexionar
la abstención que nos arropa.
Marchan pronto las hormigas,
obreros sin libertad,
hormigas de la ciudad
en ciudad de las hormigas.
Caminan las enfermeras
artesanos y maestros.
Los trabajos son los nuestros;
los recursos, de cualquiera.
Elocuente, pausado y convincente, Abel Martínez les habló a los campesinos que pueblan y siembran esta patria, a los trabajadores, a las mujeres, a los jóvenes, a los empresarios y emprendedores del país.
El escenario, el interés y la atención fueron suyos. Más aún: eclipsó la participación de los otros candidatos presidenciales, quienes no pudieron sofocar los aplausos que se vertieron a su favor y que quedaron flotando el salón.
Felipe Arroyo nació en Santiago, creció en Cienfuegos, murió en la madrugada. Hizo causa con la gente, cantó con los indigentes, bailó con los protestantes.
Frank Pacheco presenta su más reciente escrito. Se trata de un relato que cuestiona el absurdo en la sociedad y la ausencia de sentido común.
Con espasmo, el país y el mundo presenciaron unas elecciones en las que la compra de cédulas, delegados y dirigentes fue televisada; de manera impúdica y abierta se realizaba esto en las puertas de los colegios electorales.
Los medios de comunicación transmitieron aquella infamia.