Y cariño es cariño
Imagínese que una fuerte tormenta se lleva de cuajo una casa en la que habitan cinco miembros de una familia: el padre, la madre y tres hijos.
Ante el inconveniente de la casa destruida, los integrantes de la familia programan un encuentro, con el fin de discutir las acciones a tomar para reparar la vivienda: comprar puertas y tablas, arreglar el jardín, etc.
Pero, cierto miembro de la familia, digamos, el hijo, en lugar de esperar la celebración del encuentro, se dirige a programas de radio y televisión de la comunidad a informar que la casa se ha destruido y que la culpa es del padre, porque no puso una malla ciclónica.
Dice también que la culpa es de las dos hermanas, por no adquirir un seguro contra desastres, y de la madre, por no prever la tormenta. Una de las hermanas hace lo mismo: busca culpables y ventila lo que cree ella que han sido las causas.
¿Lo sensato en esa familia no sería que todos se reunieran a resolver de manera interna los problemas familiares?
Los vecinos que quieren ayudar a reconstruir la casa, no se animarían, si observan que en esa casa, la propia familia se enfrasca en discusiones absurdas y no en reparar la vivienda.
Algunos miembros de esa familia deberían tomar conciencia y actuar con mayor unidad y disciplina. A fin de cuentas, como dice la canción: familia es familia y cariño es cariño.
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