Seguro será un izquierdo
Las mutilaciones están a la orden del día. Y se van convirtiendo los ciudadanos en sujetos abstractos, entrampados en las abstracciones. El bienestar es algo etéreo, algo con lo que apenas se puede soñar.
Para muchos, comer es un lujo y protestar un pecado. Estudiar es un privilegio; el privilegio de quien consigue cupo para inscribirse. Es un crimen interrumpir el embarazo que matará a una mujer.
Los derechos están siendo mutilados en la plaza pública y los que aún sobreviven tienen carteles de recompensa. El patíbulo aguarda por ellos.
A la población que habita en la hoy convertida en ciudad del desconcierto, la han despojado del sentido que más abunda, el sentido común. O por lo menos eso han intentado.
El absurdo es la norma y no la excepción. Y los orcopolitas promueven el olvido y la resignación. Y asesinan la moral, para que las miserias espirituales justifiquen las materiales.
Pero, a pesar de todo y de tanto, siguen en pie los imprescindibles, los que luchan toda la vida. Los que viven toda la lucha. Mutilarán o intentarán mutilar o invalidar los derechos, pero el pueblo encontrará la manera de conservarlos, con formas realmente creativas, como solo el pueblo sabe hacerlo.
A fin de cuentas, como dice Silvio Rodríguez: Si el saber no es un derecho, seguro será un izquierdo.
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