Sucede con los billetes y los medios de comunicación tradicionales. Padres, abuelos, confían en eso que conocen muy bien desde pequeños. No así, los millennials y la generación Z.
Estos prefieren acceder a las informaciones a través de las redes sociales. De hecho, el grupo poblacional más grande de los más de 5 billones de usuarios de redes sociales en el mundo, no supera los 34 años.
Alrededor de las redes sociales, hay toda una industria y millones de dólares envueltos.
El más prestigioso estratega de comunicación de Europa, Antoni Gutiérrez-Rubí se refiere a cómo conectar, desde un punto de vista neurológico y sensorial, con los ciudadanos a través de las emociones. Afirma que la clave de la nueva comunicación política es el discurso emocional: llegar al corazón de los electores, en la calle o en la red.
Hay que tener conciencia de que Internet ya no es ese espacio de libertad descentralizado que permitía escapar de la dependencia de los grandes medios de comunicación dominantes.
El odio que hoy se siembra desde un escritorio, desde un cuarto remoto, de forma anónima muchas veces, se esparce como veneno en la sangre y ataca con furia a los débiles de consciencia, los confunde, los engaña con planteamientos baladíes…