En el episodio 11 de la temporada 2 del programa Vía Tecnológica, la economista Lilliana Rodríguez Alvarez conversa sobre fraudes en el segmento «Rincón del experto»: cómo se perpetran y cómo podemos evitar caer en esos ganchos.
Acento, República Dominicana
«Este fenómeno, cada vez más frecuente, involucra la publicación de información difamatoria relacionada con deudas financieras en plataformas como Facebook, Twitter, Instagram entre otras.» Jesús Geraldo Martínez
“El perfil del delincuente cibernético en República Dominicana ya no es la típica persona con conocimientos avanzados en computación, si no personas con antecedentes delictivos en crímenes comunes que ha evolucionado a la utilización de tecnología para cometimiento de hechos con fines de lucro económico” según el Informe de Ciberseguridad de la República Dominicana del 2021.
No es mentira. Ser hackeado es una posibilidad.
Los delitos más comunes que se han denunciado en el país son la clonación de tarjetas de crédito, phishing (suplantación de identidad) y estafas telefónicas, entre otros.
Sucede con los billetes y los medios de comunicación tradicionales. Padres, abuelos, confían en eso que conocen muy bien desde pequeños. No así, los millennials y la generación Z.
Estos prefieren acceder a las informaciones a través de las redes sociales. De hecho, el grupo poblacional más grande de los más de 5 billones de usuarios de redes sociales en el mundo, no supera los 34 años.
Alrededor de las redes sociales, hay toda una industria y millones de dólares envueltos.
El más prestigioso estratega de comunicación de Europa, Antoni Gutiérrez-Rubí se refiere a cómo conectar, desde un punto de vista neurológico y sensorial, con los ciudadanos a través de las emociones. Afirma que la clave de la nueva comunicación política es el discurso emocional: llegar al corazón de los electores, en la calle o en la red.
Hay que tener conciencia de que Internet ya no es ese espacio de libertad descentralizado que permitía escapar de la dependencia de los grandes medios de comunicación dominantes.
El odio que hoy se siembra desde un escritorio, desde un cuarto remoto, de forma anónima muchas veces, se esparce como veneno en la sangre y ataca con furia a los débiles de consciencia, los confunde, los engaña con planteamientos baladíes…