Cuidado con el Sembrador de Odio
En ocasiones, el odio se disfraza de bondad para encarnar posiciones patrioteras. Es común en estos días observar que desde tribunas digitales se solicite el reconocimiento de derechos mientras, al mismo tiempo, se pide el veto de otras personas a los mismos derechos que se exigen.
El odio, que hoy se siembra desde un escritorio, desde un cuarto remoto, de forma anónima muchas veces, se esparce como veneno en la sangre y ataca con furia a los débiles de consciencia, los confunde, los engaña con planteamientos baladíes…
El Sembrador de Odio no duerme ni respira, pues todo su tiempo lo dedica a destilar odio, a través del pesimismo, del racismo, de la xenofobia y de otras artimañas con las que intoxica a cuantos puede.
No tiene horario de trabajo, no descansa, es insaciable e inmutable ante el dolor ajeno. Nunca se conmueve el Sembrador de Odio. Este personaje nos quiere esclavos, nos quiere atentos a la pantalla del celular o el televisor.
Busca que seamos partícipes de su danza antipática. Nos invita a bailar una música que no tiene otro fin que no sea expandir la saña contra todo y contra todos.
Cuidado, mucho cuidado, amigo lector, con dejarse contagiar del Sembrador de Odio. Vacúnese contra esa gárgola que opera desde las tinieblas. Compartir contenidos verificados, desmentir y denunciar a quienes difunden la mentira y propagan el odio es la mejor manera de enfrentar esta epidemia, este virus silente y dañino.
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