Soberanía, Minería y Biodiversidad
Desde 2021 estamos escribiendo sobre La Sierra de Bahoruco y su particular y única biodiversidad. Desde la explotación de calizas silíceas de la Belfond hasta las famosas muestras en camiones de nueve mil toneladas de la bauxita de las Mercedes, en 2022. También advertimos el año pasado sobre las “tierras raras” y el decreto de Emidom en enero de 2024.
En rueda de prensa en el Palacio Nacional, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, declaró que al mundo le hará falta acceder a estas tierras “para todas las tecnologías que son claves para este nuevo siglo y todos los avances tecnológicos que esperamos.
Además, agregó “que es de ustedes, es de este país” y enfatizó que Estados Unidos, la administración Trump, está como socio para colaborar en desarrollar, “porque prefiero que sea aquí a que estén en manos de un país que ni es amigo, que ni es aliado en el otro lado del planeta”.
Estamos de acuerdo con el Secretario de Estado en que son muy nuestras esas “tierras raras”, pero no porque lo diga él, sino porque lo dice nuestra Constitución.
Y le solicitamos al presidente Luis Abinader que la Ley General de Medio Ambiente (64-00) requiere que la explotación de recursos naturales se haga bajo estrictos controles ambientales para proteger el medio ambiente y la salud pública.
Por lo tanto, cualquier industria extractiva debe cumplir la ley sin comprometer los estándares de responsabilidad ambiental ni los derechos de las comunidades afectadas.
Al decreto de constitución de la empresa minera Emidom para explotar las “tierras raras” le faltan mecanismos adecuados para garantizar la transparencia y en la rendición de cuentas en sus operaciones, lo que resultaría en violaciones de disposiciones legales y normativas y propiciar privilegios.
Se acaba de publicar un artículo en PLoS ONE que sugiere que la mayor concentración explotable de estos metales está en la parte alta de la Reserva Fiscal minera de Ávila.
Recordamos también que el pueblo dominicano no permitirá—como lo demostró en Oviedo, Los Haitises y en Quance—que haya otro desastre ambiental como el de Cotuí en la Sierra de Bahoruco, en una zona muy cerca de los límites del PNSB, nuestra mayor reserva de biodiversidad.
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