La vida cara
A pesar de las acciones de los bancos centrales contra la inflación, la vida sigue cara y la mayoría de la gente dispone de poco dinero para comprar lo necesario.
Las medidas monetarias detienen, reducen, estabilizan, frenan el ritmo de la subida de precios.
Habría que hacer más, estimo yo. La buena noticia es que es posible.
Lo primero sería reconocer la multicausalidad del alza de precios y de la vida cara. Descubriremos que no es únicamente un asunto de oferta y demanda; concurren malas políticas concentradoras de riqueza, guerras y catástrofes climáticas como sequías, inundaciones, abuso de pesticidas.
Es decir, hay que aplicar además políticas de amor al prójimo y a la naturaleza.
Para eso están los gobiernos y los propios ciudadanos.
Los gobiernos con políticas de empleo y de aumento e indexación (ajuste) salarial; políticas crediticias de apoyo a la producción agropecuaria e industrial nacional; de mejora de ingresos reales a las familias con alimentación escolar para sus hijos e hijas; de reducción del gasto de bolsillo en medicinas con farmacias populares; de construcción de viviendas de bajo costo para ser vendidas a bajas tasas de interés fijas con financiamiento de la banca pública; con estancias infantiles gratuitas, entre otras muchas medidas.
Los ciudadanos, por su parte, con iniciativas empresariales, mayor asociatividad e inteligencia productiva y comercial.
El nuevo año sería una buena ocasión para intentarlo.
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