El Reynaldo que conocí

01-11-2021
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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Con Reynaldo Pared Pérez compartí durante ocho años (1986-1994) como integrantes que fuimos del Bloque de Regidores del PLD en el Ayuntamiento del Distrito Nacional.

Años de mucha experiencia. Durante una parte de ellos Reynaldo fue vocero del grupo de concejales.

Pero ya antes coincidíamos en asambleas de dirigentes medios y de cuadros o activistas del PLD en afanes de planificación, evaluación, etcétera.

El PLD ha sido probablemente, en nuestro país, el único partido que elaboraba con rigor planes anuales de trabajo y con el mismo rigor los evaluaba cada mes. De ahí, seguro, la gran diferencia entre los gobiernos del PLD y los de otros partidos. A la vista hoy más que nunca, aunque no haya peor ciego que quien no quiere ver.

Fueron años de trabajo febril. De compañerismo. De hermandad. Acompañados siempre de la palabra, del ejemplo, del aliento de Juan Bosch inmenso y cercano.

En todo ese tiempo vi siempre un Reynaldo de una sola pieza. Sin dobleces. Transparente. Trabajador. Profesional brillante. Enunciaba su verdad con gallardía. La frente en alto y el pecho henchido de satisfacción porque, además, sabía hablar con razón.

Tenía la palabra de los hombres y las mujeres soberanos porque amaba la cultura, lo único que nos hace libres, decía Martí.

Reynaldo fue siempre un apasionado de la vida. Y la vivió a plenitud, sin dudas, y sin miedo. Con el mismo valor con que afrontó la vida, encaró la muerte. No es el primer caso. Ni el único. En 1913, el inmensurable Gastón Fernando Deligne decidió no correr la suerte de su hermano Rafael frente a la lepra. Casualidad, ese mismo año nació otro poeta grande: Pedro Mir.

Mi abrazo largo y hondo para ti, inolvidable compañero Reynaldo.