El comando haitiano de abril
Un comando haitiano fue importante para los combatientes dominicanos en abril de 1965. Eran excelentes militares e indispensables reparadores de armas.
Conversaban en francés con la prensa internacional sobre el carácter democrático de la Revolución de abril.
Muchos de ellos murieron luchando contra el invasor yanqui.
Jacques Viau Renaud—maestro y poeta exquisito—fue uno de ellos.
No pertenecía al comando haitiano. Pertenecía al comando B-3 y murió como dominicano. Caamaño en persona lo visitó en su lecho de muerte, destrozado por un mortero yanqui, y emitió el Decreto que le otorgó la nacionalidad dominicana.
Abinader, hijo de inmigrantes, paga la solidaridad y el sacrificio de Jacques Viau y el comando haitiano persiguiendo haitianas en los hospitales, despojándoles de lo poco que tienen y fanfarroneando en la frontera.
Olvida que hay millares de dominicanos y dominicanas ilegales en EEUU donde estudian ellos y sus hijos y reciben atención de salud.
Olvida que nuestro comercio con Haití funciona 100 a 3 a favor nuestro.
No asume una actitud responsable y digna frente a la presión del fanatismo antihaitiano: se pliega a sus posiciones contento de saber que distraen al pueblo de su verdadero y más grave problema: la incompetencia gubernamental que desata inflación, hambre y desempleo.
Sigue el libreto de una muy reciente “Antigua Orden” paramilitar sin decirnos qué pata puso ese huevo, ni quién la financia y –por lo visto—la arma.
Al presidente hijo de inmigrantes libaneses le interesa que el pueblo dominicano crea que su enemigo no es él y su gobierno incompetente sino los haitianos.
Ya se ha dicho: créale un enemigo a la gente y, si no la tienes dominada, al menos la tendrás entretenida combatiendo no al enemigo que es, sino al que no es.
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