De un extremo al otro: Cambio Climático para todos

11-08-2021
Medioambiente
Ojalá, República Dominicana
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El comunicado del Panel de Expertos Intergubernamentales en Cambio Climático (IPCC) es demoledor, aunque ya el propio clima nos ha dejado saber en carne viva cómo se siente el cambio climático en realidad.

Entre los fuegos en todos los continentes, las sequías, las recientes inundaciones, granizadas y nevadas, todo al mismo tiempo, hemos tenido un muestrario de botones muy surtido.

El tiempo atmosférico (el tiempo de cada momento del día) cada vez más extremo es la firma de esta etapa del cambio climático. El clima es la suma en el tiempo y el espacio de todas las medidas de ese tiempo atmosférico a largo plazo. Por eso para hablar del clima de un lugar necesitamos medidas promedio de mínimo 30 años. Esto porque el clima a largo plazo tiene muchas oscilaciones y cambios; algunos antes periódicos, como El Niño y La Niña, ambos ya fuera de balance por el cambio climático.

El clima se reparte en el Planeta como el calor que recibe del sol. La Tierra es más cálida en el centro, cerca del ecuador, en la franja llamada Tropical, precisamente porque está entre los trópicos de Cáncer, en el hemisferio Norte, y el de Capricornio, en el hemisferio Sur. La Española está en el hemisferio Norte.

Hacia los polos, en los llamados círculos polares, es mucho más frío porque reciben mucho menos luz solar y con mucho menos intensidad. Pero al parecer ya no será así. Visto lo visto en lo que va de año.

Los meteorólogos miden los parámetros climáticos como la temperatura, la humedad, las precipitaciones o cantidad de lluvia, granizo o nieve que cae en totales que luego convierten en promedios mensuales, pero los organismos los sentimos en valores reales y, como esas variables climáticas no son las mismas en todas partes, cada región tiene sus peculiaridades o microclima.

Pero, según el informe del IPCC, todas las regiones se enfrentan a cambios  crecientes por el calentamiento acelerado e intensificado. Las olas de calor son más frecuentes y las temperaturas más elevadas han intensificado el ciclo del agua. Por eso cada vez hay más sequías que duran más allá de la estación seca e incendios siguiendo a las olas de calor y cuando llegan las lluvias cae toda la de la estación completa en uno o en pocos días, a veces en horas. Y así se producen las inundaciones catastróficas y deslaves y deslizamientos de tierra que hemos presenciado en Europa, China y La India.

El frío de montaña antes seco, ahora más húmedo, menos  frío, provoca más lluvia y con el calor se derriten los glaciares y las nieves en las altas montañas. Mientras, el trópico va hacia la sequía y las lluvias estilo “dos pesos de agua”, el cuento de las ánimas, de Juan Bosch. Imagínense el panorama en las altas montañas tropicales como las de República Dominicana: sequías, fuegos en invierno-verano y lluvias torrenciales en la estación lluviosa mayo-octubre. Todo junto, cualquier cosa es posible, y de los ciclones ni hablar.

Y del mar, ¿qué decir? Lo resumo en que está muriendo, como ya se ha visto en los lagos con la mortandad de peces y en la costa de la Columbia Británica en la última ola de calor en el Pacífico noroeste, en Canadá. Cuanto más cálida el agua, menos oxígeno y más ácida y, por lo tanto, menos organismos. Esto se refleja en la ya precaria captura pesquera, lo que a su vez hará más pobres a los pescadores artesanales.

Lo que no disminuye son las ganancias de los dueños de las industrias petrolera, minera, pesquera y de las multinacionales agropecuarias.