Nocturnidad e impotencia
«Denunciar o callar es el dilema. Entre la espada y la pared, el silencio no es miedo ni conveniencia. Hoy, para algunos, de nada sirve la palabra».
«Denunciar o callar es el dilema. Entre la espada y la pared, el silencio no es miedo ni conveniencia. Hoy, para algunos, de nada sirve la palabra».
Incluir a los chivatos en la lista de “los buenos” es una apuesta perversa. Alimento para la mayoría manipulable y emocional. Bastaba el éxito de las condenas previas, antes de la celebración del juicio. Innecesaria ha sido la inconcebible exaltación de la vileza.
Hubo errores de los comandantes que precipitaron el lamentable desenlace. Del mismo modo, la ausencia de respaldo de la población, ajena a los planes de la insurgencia, permitió que de nuevo “el jefe” venciera la disidencia.
Sirven los aniversarios para insistir con la memoria. Recordar es necesario, como insistía Juan Gelman-Premio Cervantes 2007-. El silencio solo beneficia a los asesinos y cobardes.
Ahora, sin disimulo y gracias a las colindancias que sostienen la independencia, se pauta el decurso del proceso penal. El eco mediático contribuye, avala los desatinos que permiten apuntalar la fortaleza de los poderes de facto que dominan el escenario.
Así como ha sucedido en el país y otros países de la región, con los representantes de las elites que decidieron pasar del patrocinio al mando, algunos ciudadanos, dedicados a la producción y distribución de sustancias controladas, optan por la participación política.
El prontuario tenebroso de algunos clientes no lo asustaba. Jamás pretendió explicar las razones de algunas defensas, conocedor de la hipocresía de colegas abanderados de una ética cantinflesca y falaz.
La muerte en Bruselas de Maximiliano Gómez Horacio, líder del Movimiento Popular Dominicano-MPD- el 23 de mayo de 1971, ha permitido la construcción de leyendas que las pruebas y el tiempo desvanecen. La apuesta ha sido por la confusión. La ocurrencia es tema tabú para los gestores de la utopía complicados en el crimen.
Como estamos cambiando, sería conveniente establecer en las investigaciones realizadas por el Ministerio Público, la condición de condenados en lugar de acusados. Después de un plazo prudente, esa especie de parque temático infractor, compuesto por pulpos, caracoles, corales, podría interponer un recurso de revisión.
Con el respaldo contundente de líderes de opinión y de la locuacidad de los representantes de los poderes fácticos que también exhibían el marbete casto, surgió la categoría de “los independientes”.
La cháchara redentora continuará. Mientras tanto, procede preguntar ¿dónde estaba usted, camarada Nikita? Ahora, cuando tantos aprovechan la ocasión y denuncian lo que no pudieron ni quisieron evitar.
Después de la muerte de Elisa Muñoz Marte y Joel Díaz Ferrer, sin posibilidad de alegar intercambio de disparos, algo tan común que por ser costumbre no incita acusaciones, la descalificación de la Policía Nacional no cesa.
La consigna de lo nuevo como bueno, de la juventud, tan arrogante como inexperta, desempeñando funciones que desconoce, siempre ha sido frágil.
La declaración presidencial interfiere el decurso del proceso penal. Luce amnistía (…)Las sanciones establecidas en la ley serán sustituidas por un cupón. Los infractores eludirán el juicio y la condena, cuando entreguen la prueba del crimen y serán recompensados.
Si existiera la excelencia conceptual de Orlando, su arrojo y reciedumbre, a nadie se le ocurriría, desde Palacio y sus cercanías, ordenar su muerte ni asustarlo.
Ahora las órdenes son para el descrédito. Encubren las ganas de disparar, difamando. Es la cobardía sin balas, parapetada tras la mentira.
La novela «El vendedor de Silencio» recrea la vida de Carlos Denegri, el más importante periodista mexicano del siglo XX. “En este negocio no solo vendemos información y espacios publicitarios: por encima de todo vendemos silencio”.