Patria Soñada
Europa, Asia, Medio Oriente, Norteamérica, Haití, República Dominicana y un etcétera de países desayunan y cenan con titulares de noticias trágicas en las que se narran hechos violentos que segaban vidas de niños, jóvenes y adultos, todos ellos evitables si fuésemos capaces de arroparnos con la sábana del amor y de la paz colectiva.
Nos ponen uniformes distintos de tal modo que nos veamos como enemigos y, por ende, nos hagamos la guerra.
La industria bélica está de pláceme fabricando y vendiendo armas cuya única función es la de llevar la destrucción y la muerte a los lugares donde se utilicen.
Gran pena causa ver pueblos hambrientos e insalubres que ameritan asistencia alimentaria básica urgente y lo que se les ofrecen son mortíferos drones.
¿Dónde está la compasión? En nombre de la ley y el orden se les reprime y mata.
Seguridad ha devenido en persecución y sumaria ejecución. El mundo parece enajenado; la humanidad es una selva en la que el fuerte persigue al débil para aniquilarlo sin contemplación.
La cordura y el buen juicio deben regresar al corazón del universo. Urge la resurrección.
Necesitamos que revivan los hombres y las mujeres que ayer llenaron la tierra de fe, amor y esperanza.
Nuestro Jesús de Nazaret debe hacerse sentir en toda la cristiandad. Gandhi debe revivir y expandir su espíritu más allá del territorio de La India. Martin Luther King debe volver y llenar con anhelo a todo el continente americano. José Martí y Eugenio María de Hostos deben renacer para que las Antillas y la América soñada se hagan realidad. La Madre Teresa habrá de salir del sepulcro para llevar aliento a los hogares pobres del mundo.
¡Tantos buenos que se han ido y que hoy los necesitamos con urgencia!
En nuestro patio criollo, urgimos del milagro de la resurrección para que vuelvan y se queden para siempre entre nosotros las figuras de Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Manolo Tavárez Justo, Minerva Mirabal, Francisco Alberto Caamaño y Juan Bosch Gaviño. Son ellos modelos de patriotismo, honestidad, sacrificio y amor por la República Dominicana.
Entre todos, hagamos de la patria dominicana un nido de paz en el que no tengan cabida ni el odio ni el crimen.
Una tierra en la que los buenos y los justos se abracen y juntos caminemos por el ancho sendero del amor.