
Patología Forense Dominicana 2025
Desde 2019, el Instituto Nacional de Patología Forense suspendió las autopsias en su sede principal debido a una “Remodelación”. Por cinco años las necropsias se estuvieron haciendo en una morgue improvisada e inadecuada ubicada en el cementerio Cristo Redentor del Distrito Nacional.
No fue sino hasta finales de 2024 cuando se rehabilitó el edificio ubicado en la Zona Universitaria. Durante esa larga y dolorosa espera publiqué en este diario un artículo el 24 de marzo de 2020 del cual reproduzco este fragmento:
“Desde el año 1982 y de modo continuo hemos venido advirtiendo a los distintos gobiernos perredeístas, balagueristas y peledeístas acerca de la necesidad de contar con unos servicios adecuados de Patología Forense en el país.
Ha sido una constante llena de incomprensiones, encarcelamiento, maltratos, desconsideraciones y burlas hacia quien escribe. He resistido porque sabía que andaba por el camino correcto y que el tiempo así lo demostraría.
Abogamos por un centro de acopio de cadáveres con la capacidad para guardar bajo refrigeración a las víctimas mortales de una catástrofe que envuelva a más de un centenar de personas. El caso de los 136 reclusos fallecidos en la cárcel de Higüey parece no habernos dejado lección alguna…”
En la madrugada del lunes 7 de marzo de 2005, un voraz incendio en la cárcel pública de Higüey cobró la vida de 136 reclusos.
Nos trasladamos al lugar del siniestro y conformamos varios equipos de trabajo encabezados por un patólogo forense al que se agregaron patólogos ayudantes, médicos, odontólogos y técnicos forenses, apoyados por personal de la Defensa Civil, Cruz Roja, Bomberos, Fuerzas Armadas y Policía Nacional, Ayuntamiento, Iglesia y voluntarios diversos.
El peritaje se centró en la identificación de los fallecidos y la determinación de la causa de muerte. En cuatro días, todas las víctimas fueron entregadas a sus familiares y sepultadas.
Durante el sepelio, Monseñor Gregorio Nicanor Peña, obispo de la diócesis La Altagracia, ofició una misa en honor a los fallecidos y destacó en su homilía que los cadáveres recibieron un entierro digno.
Conscientes del auge poblacional y extensión territorial de la capital dominicana insistimos en la necesidad de un terreno amplio y bien ubicado para construir una edificación acorde con las demandas presentes y futuras.
Logramos identificar el espacio ideal en los terrenos del antiguo canódromo capitalino. Un arquitecto elaboró los planos, que fueron entregados a las más altas instancias de gobierno.
Sin embargo, solo encontramos desidia, simulación y mentiras. Llevamos nuestra propuesta al Congreso, pero los opositores al proyecto lograron frustrar nuestro propósito.
A lo largo de los años varias catástrofes humanas mortales han provocado desesperación e indignación en la población.
Pero, como diría Joan Manuel Serrat: “Vuelve el pobre su pobreza/Vuelve el rico a su riqueza/ Y el señor cura sus misas/ Se despertó el bien y el mal/ La zorra pobre al portal/La zorra rica al rosal/ Y el avaro a las divisas”
¡Ojalá que el algoritmo de la inteligencia artificial asista a la voluntad política de turno para dotar al país de la infraestructura, herramientas y personal bien remunerado para atender urgencias cadavéricas masivas cuando estas ocurran!