Buscando su reelección serán muchos los trucos de cámara a que recurrirán el presidente Abinader y sus socios. El de la Frontera es sólo uno. Efectivo y complejo.

Porque apunta en muchas direcciones.

Alimenta el patrioterismo y convoca al conservadurismo a su redil. Busca esconder que, como buen oligarca, el presidente es socio de cierta oligarquía haitiana. Con ella se entiende, como lo hacía Trujillo con Vincent, Lescot o Duvalier.

El problema en la Frontera ha sido tan útil al presidente y sus socios que nadie debe dudar de que fue creado por ellos. Como las bandas en Haití. Creadas por la clase dominante para aterrorizar y controlar al pueblo haitiano mientras llega la intervención extranjera que garantizará que nada cambie allí.

El truco fronterizo CREA UN PROBLEMA para desviar la atención de los PROBLEMAS REALES QUE AFECTAN A LA REELECCIÓN: carestía, escasez, desempleo, deterioro de los servicios públicos y del medioambiente, estancamiento de la economía…

De paso, el truco en la Frontera es un instrumento eficaz para sacar del mercado a negociantes chiquitos y medianos de pollos y huevos y monopolizar el mercado de ésos y otros productos. Nada nuevo. En España sólo diez “integradoras”—nuevo nombre del oligopolio—son dueñas de todo el mercado avícola. Y el de Haití es un mercado de ¡DOS MILLONES DE DÓLARES DIARIOS!

Pero las consecuencias del ejercicio gubernamental del presidente Abinader y sus socios son fatales: quiebras, aumento del desempleo, aumento de la pobreza, endeudamiento familiar, angustia y desesperación en las clases media y baja…

Es evidente ya que al presidente Abinader y sus socios les salió el tiro por la culata. Porque el pueblo dominicano ya cogió la seña a sus trucos de cámara reeleccionistas en la Frontera. Esperemos los nuevos.