En un programa de radio en el cual tramitan ayudas a la gente escuché una llamada desgarradora.

Una madre que tiene un niño al cual le harán una cirugía pide ayuda para un tratamiento que le cuesta 11 mil pesos, y con voz quebrada le dice al comunicador que, aun consiga las medicinas, ella cree que no podrán operar a su hijo que está muy débil, porque en verdad lo que él necesita es comida.

Cómo dice el refrán: eso parte el alma. 

Eligio es delivery de colmado. Me cuenta que antes desayunaba con 50 pesos, pero que el servicio ahora cuesta 100 pesos, y como no puede gastar más, lo que hace es que compra medio desayuno.

Pero quien más le mortifica es su madre. Todos los meses ella llevaba una comprita al campo, pero como todo esta más caro, cada vez lleva menos comida. Hay meses que, para rendir los pesitos, en vez de dar el viaje, manda el dinero a una hermana para que le haga la compra a su vieja.

Dos pequeñas historias de gente que la está pasando mal. Lo lamentable es que como esa madre y Eligio hay miles de dominicanos que están viviendo en esas o peores condiciones. Seres humanos que ya no viven, apenas sobreviven.

Por más propaganda barata que se haga, lo real es que la calidad de vida de nuestra gente es precaria y cada día se deteriora más.

En medio de tanta miseria la vieja Juana Mecho sigue leyendo cartas y tazas de café para contarte otras historias la próxima semana.