Recientemente, el ministro de Obras Públicas entregó al Ayuntamiento de Santo Domingo Este una edificación que tiene ya más de un año abandonada: el Parador de Autobuses del Este.

Ese parador construido por el gobierno anterior debía recibir y distribuir el transporte del Este. No entraría a congestionar la ciudad capital.

Un centro de actividad como sus semejantes en otros países. Como el que estaba en proceso en Los Alcarrizos para la región norte y el que se haría en su momento para el transporte del sur. ¡Todo un plan de ordenamiento del transporte!

Como la mezquindad no tiene límites, el ministro ordena al alcalde de SDE que utilice  aquella obra como escuela para niños.

¿El propósito? Desvirtuar una edificación capital concebida para resolver problemas de transporte.

Poco después el ministro se encueró: dijo que el gobierno pasado no dejó nada importante en  infraestructura.

Escupía para arriba. La obra que estaba entregando le empapaba la cara. No el teleférico de SDE. Ni la línea 2 del Metro. Ni las casi 25 mil aulas nuevas. Ni las avenidas de circunvalación. Etcétera, etcétera.

Sólo ese parador que quiere ocultar en SDE escupe inmisericorde la cara del ministro de Obras Públicas.