No hay show que valga
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Previsor. Planificador. Disciplinado, el presidente Medina paseó cada pulgada del país con un evangelio que incluía los pactos por la educación, la electricidad y la fiscalidad. La Estrategia Nacional de Desarrollo, en pocas palabras.
Demagógica. Improvisadora. Irresponsable, la oposición –gobernante hoy—negaba todo. Sesgada. Cegada por un análisis y un discurso electoral—electorero—patrañeros.
Hoy no se concibe el sistema eléctrico nacional sin Punta Catalina, que es parte de aquella estrategia. La jornada escolar extendida fue instalada. Ahora está derrochándose el 4% del PIB en una improvisación tras otra. Fulcar la puede desmantelar, como quiere, pero ella regresará.
El pacto fiscal fue anulado por esa oposición ensoberbecida. Borracha con todo el apoyo deleznable recibido de fuera y de dentro no se daba cuenta de que amolaba cuchillo para su garganta. Ahora sabe que la cuestión es fiscalidad adecuada o endeudamiento gravoso y ya inmoral contra el pueblo. ¿Contará con el apoyo—el sacrificio—del PLD para discutir el pacto ahora?
El gobierno se agarra una oreja y no se alcanza la otra. Tuvo que tragarse la lengua y contratar deuda por más de cinco mil millones de dólares en tiempo récord. Imprevisor desde el primer día, contrató de más y ahora pagamos intereses por deuda no usada. Un crimen. Otro más, como el regalar cien millones de pesos a unos cuantosmúsicos millonarios o prestar cientos de millones a tasa cero a quienes tienen la banca a su servicio o tirar para arriba miles de millones del 4% del PIB en una educación improvisada e improductiva.
Ahora es la inflación. En momento terrible de pandemia. Pero era de preverse también si suben materias primas e insumos en el mercado internacional. Cuestión de políticas públicas. Planificar y controlar oferta y demanda. Subsidios. Ahora los precios galopan. La inflación es negocio para algunos de arriba y desgracia para todos abajo.
Lo que sube no baja. La economía se ajusta hacia arriba, dicen los economistas. Los gobernantes tienen que saberlo. Más aún, deben preverlo. Es su obligación. La inflación es el peor impuesto. Degrada los ingresos. Reparte hambre y pobreza. Acosa al pobre. Es el peor castigo. Castigo que se incrementa con improvisación.
Ahora todo conspira contra ciudadanos y ciudadanas. Sobre todo los más vulnerables. Desde la pandemia y el caballo desbocado de los precios y la improvisación oficial, hasta la mafia de los permisos de importación. Que retorna y añade más distorsión al mercado. Es la hora de la verdad. Y ahora no hay show que valga.
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