El PLD es un partido de liberación, no un consejo de administración, cónclave o concilio. Es un partido de servidores públicos formados para dignificar, desde el poder político, las condiciones de vida del pueblo dominicano, no para ejercer de capataces administradores y dejar las cosas como están.

Por esa razón, el PLD tiene que esforzarse más que otros partidos. Sus tareas son más complejas. Está obligado a pensar sus estrategias con profundidad y aplicarlas con serenidad y determinación. A gestionar sus tiempos con sabiduría y eficiencia.

Cualquier vacilación, desatino, ingenuidad, desorientación o descuido será aprovechado por los adversarios del bienestar del pueblo dominicano.

El PLD es consciente de que ejerce su labor en tiempos de privatización de la política, bajo un régimen presidencialista (no parlamentario), que altera la competencia (ideal) en los procesos electorales y que confiere al candidato presidencial un rol movilizador, constructor de esperanza y certezas.

Varios partidos ya tienen candidato presidencial y el partido de gobierno tiene montada una feria entre posibles candidatos con abundantes facilidades.

Así, para el PLD que viene de sufrir una guerra de casi 5 años con bombardeos y cercos judiciales y mediáticos que afectaron su infraestructura, las tareas son enormes y debe empezar a tiempo.

Por eso, respetuoso de las disposiciones legales, su Comité Político decidió escoger para a más tardar marzo de 2026, de manera provisional, a uno de sus dirigentes para que construya la candidatura presidencial, mientras, al mismo tiempo, presidente y secretario general conducen el fortalecimiento de las capacidades del Partido.

Una decisión oportuna y sabia.

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