La historia de nuestro pueblo es un ejemplo vivo de lo que somos capaces de lograr cuando nos unimos.

Crece en estos días una especie de desencanto, porque todo indica que el gobierno no tiene rumbo y lo peor,  es que nos quiere llevar mar adentro de sus propias tormentas.

Es el momento de vencer el discurso de la derrota revelando pequeñas notas de esperanza.

Viene bien mostrar como algunos sectores del campo han podido crecer porque han descubierto la fuerza de la asociatividad y el cooperativismo.

Los arroceros del Cibao son pioneros en procesos de producción de alta calidad e innovación tecnológica, y gracias al poder de sus asociaciones nos garantizan la autosuficiencia de ese querido ingrediente de la Bandera Dominicana.

Aquellos pequeños productores de cacao del pasado hoy son fuertes, agregan valor a su producto y somos exportadores del mejor cacao del mundo porque están asociados en todas las zonas del país.

Quíen podía pensar que un pequeño ordeñador de vaquitas, solo en su tierrita, hoy puede procesar y vender miles de raciones de leche.

Pues mire que lo han logrado y son dueños de empresas cooperativas fuertes en Santiago Rodríguez, Hato Mayor, Coopesur en toda la región Sur y Agampta en Monte Plata.

Ocoa es la capital de los invernaderos, porque tienen  la fuerza y poder para negociar y exportar que les da la Asociación de Productores de invernaderos de la provincia.

Una forma de vencer la pobreza material, política y cultural es promover la asociatividad y el cooperativismo.

Sí muchos chiquitos juntos han demostrado ser más fuertes y mejores, no hay tiempo que perder; hay que juntar y rejuntar la gente para salir a buenos caminos juntos y juntas.