Las soluciones radicales (de raíz) y/o integrales (abarcadoras) dominaron el horizonte en el que los seres humanos mirábamos, entendíamos y pretendíamos gestionar el mundo.

Hasta hace poco, que irrumpieron las soluciones híbridas.

Las soluciones híbridas (entrecruzadas) se han ido abriendo paso en la industria, la agropecuaria, el comercio, la medicina, la comunicación, la política, el entretenimiento, la cultura, la gastronomía y la guerra.

Robotización y digitalización de procesos productivos, creativos, narrativos y de comercio, modificación genética de semillas, dinero virtual, granjas artificiales de opinión, mítines políticos con hologramas, secuenciación genómica, son muestras de la hibridación en marcha.

Una suerte de mestizaje no siempre virtuoso, mezcla acelerada que ha elevado la productividad, la resiliencia y que va pariendo nuevos mundos y relaciones distintas y más complejas entre los seres humanos.

El fenómeno del alza de los precios (inflación) hoy, por ejemplo, no será posible solucionarlo razonablemente, si no se entiende la hibridación concurrente (modificación artificial) de factores naturales en la economía y la sociedad.

Creer que la solución se puede lograr vía el encarecimiento generalizado del dinero, el control de precio de la fuerza de trabajo humana sin discriminar particularidades o con importaciones desgravadas, revela la difícil encrucijada de congeniar lo posible, lo razonable y lo aceptable en los tiempos híbridos que vivimos.