La caótica conversación en el ecosistema mediático, provoca quejas e insatisfacciones en gobernantes, gobernables y gobernados.

Creencias, certezas e instituciones se ven expuestas de un momento a otro o de manera sistemática a cuestionamientos desestabilizadores para lo cual no tienen siempre protección efectiva.

La ingenuidad pudiera hacer creer que el caos se genera por la incompatibilidad entre mentiras impías y verdades inaceptables. Sin embargo, el caos es mucho más complejo, sus orígenes van más allá de las noticias falsas, la desinformación y las verdades desobedientes.

Lo que estamos presenciando puede tipificarse como una guerra híbrida comunicacional.

La guerra híbrida es un conflicto que combina, mezcla, herramientas distintas que actúan simultáneamente, en armonía estratégica y orquestal, con un objetivo o propósito estratégico.

La infoxicación, la desinformación, la malinformación, hackeo, memes, las granjas de bots, la microsegmentación, la siembra o minado de percepciones y data, las encuestas y la propia minería de data se articulan con mayor o menor eficacia.

El odio y el miedo, por ejemplo, esparcidos por todo el planeta, no son fenómenos naturales, casuales, espontáneos, sembrados por la desinformación o la ignorancia popular.

Tienen como propósito desinformar, demonizar el relato contrario, polarizar/fracturar las bases de apoyo del blanco, abrumar hasta aturdimiento, neutralizar las acciones defensivas y obligar al repliegue logístico.

La guerra híbrida comunicacional es hoy un conflicto en tiempo real, como lo es hoy en la guerra militar, con inteligencia satelital y drones, a velocidad hipersónica.

En la guerra híbrida comunicacional, tal como lo es en la guerra militar y en la guerra financiera, el enjambre noticioso es muy efectivo. Provoca un aturdimiento que neutraliza el discernimiento.

El caos se facilita por la irrupción prevista de millones de personas al consumo y creación de contenido, lo que no impide que, en lo esencial prevalezcan las matrices comunicacionales mejor apertrechadas y estructuradas.

Es una suerte de Torre de Babel, con ascensores, vías de acceso subterráneas y acondicionadores de aire con autonomía energética, el conocido algoritmo y las matrices motorizadas por la inteligencia política, económica y militar.

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