Cada quien debe responder por sus actos. Es una frase gastada que ha dicho hasta el cansancio el actual Gobierno en cada caso de currupción o vínculo con el narcotráfico.

En esta ocasión, el escándalo lo genera el Presidente, quien aparece en portada de los principales medios de comunicación en el mundo como uno de tres presidentes latinoamericanos con empresas en paraísos fiscales.

No ha salido su partido a decir en conferencia de prensa el famoso «cada quien responda por sus actos», pues, al parecer, el Presidente no quiere responder por ellos. Evade el tema como evade los impuestos.

Esta vez, no veremos al Presidente indignado, golpeando la mesa por tremendo escándalo, que agrega otro elemento a la Marca País. En el mundo, hoy se habla de República Dominicana y no por sus playas ni su gente.

En un comunicado, la Presidencia recalcó que las inversiones en paraísos fiscales no son ilegales en nuestro país. Es decir, admite la inmoralidad de evadir impuestos de manera olímpica y segura.

La palabra transparencia ha sido usada por este Gobierno como llavero de mano. No falta en cada intervención del Presidente de la República, en cada acto, en cada oportunidad como adorno que engalana los discursos.

Pero la palabra transparencia no cabe en los pasillos del Palacio Nacional. Es demasiado grande. Nada más deshonesto que predicar sin el ejemplo. El Gobierno que quiere aplicar más impuestos a la población, es el Gobierno cuyo titular los evade. Eso es una inmoralidad pura y simple, Presidente.