El litoral noroeste de RD es uno de los más atractivos para el turismo por sus extensos manglares, estuarios, bahías y playas. Pero en vez de protegerlo de manera efectiva, no solo en las leyes (parques de papel), se acumulan por décadas las denuncias sobre la contaminación en la Bahía de Luperón y, desde 2020, sobre los manglares de Monte Cristi, de los que escribí en 2022.

La bahía de Luperón es en el Atlántico lo que Las Calderas en el Caribe: un refugio internacional para embarcaciones durante el paso de tormentas y huracanes, gracias al abrigo de la Cordillera Septentrional y el manglar que rodea la bahía. Por eso es uno de los lugares más atractivos del Caribe para el turismo náutico, una de las principales fuentes de ingresos de los residentes de Luperón.

En 2023 denuncié entre otros desmanes lo que implicaría la disminución del caudal ecológico del río Masacre para el sistema de humedales de la desembocadura en Manzanillo y hoy el canal está terminado y funcionando.

También denuncié el desguace de un barco por  la Armada y el Ministerio de Defensa, con permiso de Medioambiente, en los manglares de Estero Balsa y aún no han sido removidos todos los restos contaminantes.

Otro tanto precisamente pasa en Bahía Luperón que ha sido convertida en un cementerio de tiestos pesqueros que se abandonan en tan valioso y hermoso entorno. Entonces, ¿a qué juega el gobierno de los chorrocientos millones de turistas?

Los manatíes de Estero Hondo y toda la biodiversidad que los acompaña protegidos por los estuarios y manglares, las ensenadas y bahías protegidas de corrientes y huracanes, las playas de arenas blancas son los recursos naturales que atraen al turismo, no el abandono y la contaminación que provoca una gestión desastrosa de nuestro medioambiente.