De manera rápida y segura el Gobierno va desguazando lo que recibió de país.

El tejido social es un esperpento, una especie de cuadro grotesco que asumimos como normal y sin asombro.

Dicen las redes que se agotaron las boletas de 380 mil pesos para ver un urbano, mientras también se agotan los medicamentos de alto costo y muere mucha gente por esa situación.

Los bosques se siguen quemando mientras los dueños de aserraderos hacen lo que les viene en ganas.

Fruto de un pleito entre bandas, matan una niña ejemplar en Los Guandules; como era pobre, pocos se indignan.

Siguen muriendo decenas de niños y niñas neonatos en las maternidades y la respuesta es comparar cifras, como si aquellos bebés muertos justificaran este baquiní.

En cualquier aspecto de la vida que usted se detenga a mirar encontramos desorden, apatía, mala gestión y falta de responsabilidad del Gobierno.

Cuando se llega a esta situación, el pueblo llano dice que hay un desguañangue.