Diciembre siempre nos provoca emociones. Distintas y siempre fuertes. Extrañamos, nos ponemos más melancólicos y cariñosos y hasta buscamos la forma de ver o contactar de alguna manera a los que están lejos. 

El pollo, el cerdo, el arroz y hasta los molondrones caros, el galón de gas a 141 pesos, los tapones interminables y la luz que no llega, pero que sí aumenta su costo, golpearán cruelmente a los de siempre, a los que menos tienen. 

A pesar de todo lo complicado que luce el presente y el futuro, siempre hay que apelar a la esperanza, y la época se presta para ello. Hay que poner nuestra mejor cara al mal tiempo.

Hay que regalarse, aunque sean pocos y breves, momentos de alegrías que recarguen lo mejor de nuestra humanidad.
Olvidemos, por un ratito, los odios y rencores. Ya en enero veremos.

Que estas fiestas sepan a ponche de Lizzie, o a una deliciosa comida de las Polo. Que traiga fragancias tan fantásticas como las de los jabones de Artisens y tanto cariño como el que ponen en sus creaciones cientos de pequeños emprendedores de nuestro país.

Aprovechemos las compras de regalos para amigos, compañeros y familiares y apoyemos a los más cercanos a nosotros.