Estás ahí
Esperas el renacer de luz para faenar.
Entrega espléndida, serena. Hermosa.
Bienvenidas las bocas que han de comer.
Esperas el renacer de luz para faenar.
Entrega espléndida, serena. Hermosa.
Bienvenidas las bocas que han de comer.
Asomo al cielo por la pagoda tropical.
El paso de los días
erosiona mi piel
la rabia del clima
se impuso en mi ser
recuerdo de caminos clavado en mi espalda
ayer fui, hoy soy recuerdo.
Cruzar el Niágara en bicicleta luciría más temerario, diría el mago y escapista Houdini.
Preferible a no mojarte para siempre en el Canal de la Mona.
En Bajabonico, en cambio, la modestia es equilibrio virtuoso.
De agua o sobao, su olor, ¡umm! y sabor, ya no vale asociar pan a sudor.
Se suda sin trabajar, trabajas sin sudar.
A sopa, huevo, queso, tomate, salami, tostado, con aceite y sal, fuera mejor.
Sabrosos recuerdos, porque «en pan de agua es que sabe bueno el sandwich».
Venganza.
La estilizada baguette no pudo con él.
Jalao en bola y colorao. Palito de coco caramelizado.
No sé en qué estará pensando ese muchacho. Quizá sólo mirando.
Yo, antojao, haciendo señas y él, nada de mirar para acá.
Renovable.
Cordel y ganchitos por panel, bota agua, guarda sol.
Luz, vida, color.
En el patio, para mi.
Al amparo de un trocito de sombra en el callejón, mira los sombreros, preocupado el cabezón.
Pero, no. Nada que temer. Los hay para todas las cabezas, gustos y bolsillos en el mercado de Rehabilitación.
No desdeñes al mirar que unos pocos más que otros tienen el privilegio del medio block para erguirse sobre los demás.
“Que no se preocupe, le digo, lo pejcao lo etán alitando en casa de la vecina. La doña ta en eso”.
Familias de Boba, por Nagua, pasaron muchos malos ratos con las inundaciones de las tormentas Irma y María de 2017.
Pues sí: soy un maíz, ¿y qué?
Dispuesto a jondearme en el caldero con los demás.
Lo mío es fácil. Nunca me he creído nada del otro mundo. De este, sí.
Sin mi no hay sancocho y los demás lo saben.
«No me hagas fotos que yo soy muy vieja y fea. Mira que me he pasado mi vida entera trabajando para conseguir nada», María. Sus manos son testigos de su historia, ya no hay nada más que contar…
Puedo rasgar el cielo de azules degradados y lanzar mi miedo al precipicio de tus olas. Puedo surgir desde tu sombra y abrigarme en tu pecho de cálidas esperanzas. Puedo en tu furia de calma transparente tener paz en medio de la tormenta.
Mi hogar es un punto del universo que alberga alegrías. Quien quiera visitarme debe recorrer esta vía de tumultos y lozanía de cascada, este estremecimiento. Mi casa se traga el mal humor y deja caminar libre en sus dominios. Cuando llegas aquí se abren las puertas del amor.
Es mi propósito comunicar a través de mis imágenes que la vida puede ser redescubierta en la naturaleza. El rio nos dice: deja fluir la vida como fluyen mis aguas, sin penas ni angustias, sin las sombras del pasado ni la ansiedad del futuro. Sólo entrégate a la vida minuto a minuto. (Instagram: @revelandolatierra).
Desde mi infancia he estado íntimamente vinculada a la naturaleza. Crecí deslizándome en yaguas en las montañas de Monseñor Nouel, flotando en cepas de plátanos en las aguas del canal de Masipedro.