La tierra no nos pertenece
Aún golpean mi memoria las imágenes de los incendios en Australia de junio de 2019 hasta mayo 2020. Koalas, canguros y todo tipo de animales huyendo asfixiados por el humo y quemados por las llamas. Alrededor de tres mil millones murieron o fueron desplazados. En la Amazonia, el mismo año, otros miles de jaguares, cocodrilos, monos y serpientes, si bien no hubo pérdidas humanas en el pantanal. En Vancouver, en la última ola de calor en Canadá (la que dejó más de 500 muertes humanas en Norte América). Más de mil millones de animales costero-marinos murieron literalmente cocinados por el aumento de la temperatura de las aguas costeras . Por cada humano que muere en estos desastres provocados por nuestro uso irresponsable y despilfarro de los recursos del planeta, mueren en una proporción mucho mayor, nuestros compañeros de casa: la flora y la fauna y casi nunca se habla de las vidas no humanas. Ahora tenemos un culpable: el cambio climático, pero a menudo olvidamos agregar “causado por nosotros los humanos”.
Aún recuerdo con nostalgia cuando hablaba en mis clases sobre fuegos estacionales en el calor del verano austral y de los años de Niño que provocan sequía y el aumento de los incendios forestales aquí en el trópico. Pero desde 2019 pareciera que todo el año es estación de extremos y pasamos de una catástrofe a otra. Ver el resumen de esta agencia de noticias AA nos da una visión a vuelo de pájaro de la cantidad de incendios e inundaciones, en el 2020, y también el índice de riesgo climático global del observatorio alemán que aún con datos acumulados no pudieron predecir a tiempo la magnitud de las inundaciones repentinas del pasado fin de semana en Centro Europa con su secuela de destrucción y muerte en vidas humanas porque ocurrieron en entornos urbanos.
Además de las inundaciones, el pasado fin de semana hubo también incendios catastróficos que acapararon las noticias. En Siberia 600,000 hectáreas se quemaron en Yakutia con los llamados incendios zombis que no se apagan en el invierno y agravan así el calentamiento global con la liberación del metano acumulado en el permafrost (subsuelo congelado) y que además provocan derrumbes de edificios de viviendas, como el de Miami pero que no tienen tanto despliegue mediático. Ambos escenarios diferentes con las mismas causas, los efectos del cambio climático.
En Oregon la superficie abarcada por los fuegos fue de 320km y en California el 85% del estado afectado por la sequía extrema . En España también varias comunidades autónomas sufrieron fuegos y cientos de personas fueron evacuadas.
Entonces, el cambio climático es un hecho y los eventos extremos ya no se limitan a la estación del año en que eran “normales”. Ya los fuegos no son solo en verano como ocurrió en Australia, donde duró casi un año, 2019-2020, o como ha estado pasando en Siberia, y el período de tormentas tropicales que cada vez se extiende más la temporada ciclónica, incluso hasta diciembre; comienzan más temprano, son más poderosas y ya no alcanzan las letras del alfabeto para nombrarlas.
La Tierra no nos pertenece. Somos una especie más que debería, por nuestro propio bien, cuidar de nuestra casa y cambiar nuestra conducta de despilfarro por ahorro y dejar de votar a gobiernos y políticos que apoyan empresas que saquean nuestros recursos naturales y nos matan, literalmente, a nosotros y a la biodiversidad del planeta.
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