Cómo se construyó Miami Beach ganándole terreno al mar en una zona pantanosa
El esplendor de Miami Beach, con su arena blanca y hoteles de lujo, hace difícil imaginar que una vez fue un inhóspito terreno pantanoso.
Lo que a principios del siglo XX era solo una isla de manglares, hoy es símbolo de lujo y desenfreno.
En los últimos días, sin embargo, Miami Beach volvió a ser noticia porque en la ciudad de Surfside, ubicada en la misma isla, se desplomó parte del edificio residencial Champlain Towers South, en la dirección 8777 Collins Avenue.
Hasta la tarde de este martes, el derrumbe ha dejado 12 muertos confirmados y 149 desaparecidos.
Aún no se sabe a qué se debió el colapso del edificio, pero han surgido muchas preguntas sobre el terreno en el que están construidos varios edificios de la zona.
Los expertos coinciden en que es muy pronto para sacar conclusiones sobre el derrumbe, pero también advierten que esta catástrofe sirve de alerta para recordar las vulnerabilidades que enfrenta una de las zonas turísticas y residenciales más apetecidas del planeta.
Isla-barrera
Miami Beach es una ciudad de 90,000 habitantes, que es parte del condado de Miami-Dade, en el sur del estado de Florida, EE.UU.
Es una isla que al este tiene al océano Atlántico y al oeste la bahía Biscayne, que la separa de la ciudad de Miami.
Miami Beach está construida sobre lo que se conoce como una isla-barrera, una porción natural de tierra que se ubica de manera paralela a la línea costera.
Este tipo de islas se forman cuando las olas depositan repetidamente sedimentos en un área cercana a la costa.
Las islas-barrera son terrenos frágiles, hechos de suelos arenosos y erosionables, sujetos al impacto de las olas del mar.
A medida que el viento y las olas cambian de acuerdo con los patrones climáticos y las características geográficas locales, estas islas se mueven, erosionan y crecen y disminuyen su tamaño constantemente, según explica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés).
Aunque no se sabe con certeza, se estima que las isla-barrera se formaron hace unos 18.000 años, hacia el final de la última Era de Hielo.
Hoy, las islas-barrera cumplen una importante función tanto para los humanos como para toda la naturaleza.
Por una parte, protegen a las costas del impacto severo de tormentas, y además sirven de hogar a una variedad de flora y fauna.
Ganando terreno
Hasta 1912, lo que hoy es Miami Beach era una isla-barrera en la que predominaban los manglares.
En ese momento, varios empresarios e inversionistas como John S. Collins, Carl Fisher, y John y James Lummus vieron en la isla el potencial de construir una ciudad dedicada al placer y el lujo a orillas del mar.
Con el desarrollo urbanístico y un puente que la conectaba con Miami, Miami Beach, fundada oficialmente en 1915, comenzó a recibir visitantes de todas partes del país, y hoy es un destino turístico a nivel mundial.
Mediante dragado, los constructores fueron añadiendo más terreno a la isla, que hoy tiene una superficie terrestre de 19 km².
La parte este de la ciudad, que es más alta, está construida mayormente sobre piedra caliza, rellenos orgánicos y arena.
La parte occidental está levantada mayormente sobre humedales que fueron rellenados, con lo cual el manglar fue arrasado.
«Crearon terreno a partir de algo que era inhabitable o que ni siquiera estaba ahí, y construyeron encima de ello», le dice a BBC Mundo el geólogo Randall Parkinson, investigador de áreas costeras en la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés).
Parkinson, sin embargo, advierte que el terreno de Miami Beach, puede variar bastante a lo largo de la isla.
«Algunas áreas de Miami Beach son dunas y crestas de playa formadas por arena; otras zonas son una mezcla de arena y materia orgánica proveniente de los manglares; y otras áreas son solo materia orgánica. Dependiendo de la zona, puede haber, o no, piedra caliza», dice Parkinson.
Terreno variable
El área occidental de la ciudad no se asienta sobre rocas muy fuertes, por eso hay cada vez más hundimientos e inundaciones en esa parte de la isla, según le explicó en una reciente entrevista a BBC Mundo el geólogo Shimon Wdowinski, experto en geodesia espacial, peligros naturales y aumento del nivel del mar de la FIU.
Por su parte, en el área oriental de Surfside, donde estaba el edificio colapsado se encuentra una piedra caliza muy porosa y con una elevación baja, dice Wdowinski.
En todo caso, Parkinson insiste en que el terreno puede variar mucho.
«Lo que hay debajo de un edificio puede no estar debajo de otro», comenta.
«Dicho esto, es más probable que dos edificios uno al lado del otro tengan suelos y sedimentos similares debajo de ellos, que dos edificios separados por un kilómetro».
La construcción de edificios y carreteras en una isla-barrera puede afectar su dinámica natural, según explica Anna Linhoss, profesora de Ingeniería Biológica en la Universidad Estatal de Mississippi, en un artículo publicado en The Conversation.
Menciona, por ejemplo, que la construcción de muelles y malecones puede interrumpir el flujo de arena en la isla, con lo cual se bloquea el flujo de sedimentos en algunas zonas, las cuales quedan expuestas a la erosión.
Desafíos de la isla
El suelo, la ubicación geográfica, el cambio climático y la urbanización de Miami Beach, enfrentan desde ya a la isla a grandes retos.
Parkinson menciona que entre las razones que se han discutido para explicar la caída del edificio están la subida del nivel del mar, la intrusión salina y la subsidencia.
La intrusión salina se refiere al agua de mar que se introduce debajo del terreno construido, lo cual puede generar, por ejemplo, inundaciones en la parte baja de las zonas construidas.
La subsidencia, por su parte, se refiere a un hundimiento del terreno.
En 2020, Wdowinski publicó un estudio que detectó un hundimiento de hasta 2 milímetros (mm) por año en el área donde se encuentra el Champlain Towers South.
Sin embargo, el experto aclara que esto por sí solo no explica el derrumbe.
Pero el punto de Parkinson es que aunque quizás no sean las causas exactas, el cambio climático sí impulsa el aumento del nivel del mar y la intrusión salina; y el desarrollo urbanístico puede generar subsidencia.
La isla también puede verse gravemente afectada por el aumento del nivel del mar por cuanto podría generar más huracanes de alta categoría.
«Miami Beach enfrenta los mismos desafíos que cualquier otra isla barrera en el mundo», le dice a BBC Mundo Harold Wanless, profesor del Departamento de Geografía y Desarrollo Sostenible en la FIU.
«Hay buenas probabilidades de que en los próximos 20 o 30 años tengamos un aumento del nivel del mar de entre 60 cm y 90 cm debido a la aceleración del deshielo de los polos».
Eso, según Wanless, significaría que en el sur de Florida los habitantes perderían el acceso al agua dulce, las plantas de tratamiento dejarían de funcionar y grandes áreas permanecerían constantemente inundadas.
Miami Beach, por ejemplo, permanecería en gran parte abandonada.
«Vivir ahí se terminará a lo largo de este siglo», dice el experto.
«Esta es una preocupación extrema».
Parkinson coincide, y añade que este será un problema «cada vez peor, peor y peor».
Señal de alerta
En Miami Beach se han invertido millones de dólares para enfrentar estos retos.
Se han construido sistemas de bombeo y drenado, y se han construido caminos elevados.
Los expertos sin embargo, advierten que el desafío es enorme.
«Pretendemos que será solo un poco [el aumento del nivel del mar] y que lo podemos detener, pero no lo podemos detener porque calentamos el océano», dice Walness.
«Lo que ocurrió en el Champlain Towers quizás no tenga que ver con el aumento del nivel del mar, pero muestra la necesidad de comenzar a hablar de eso, porque es algo que enfrentamos«, señala Walness.
«Durante mucho tiempo hemos actuado como si no hubiera problema, con la actitud de construir sin preocuparnos».
«No debemos mirar solo cómo construiremos en el futuro, sino también a los edificios más viejos que se verán afectados por el aumento del nivel del mar».
Y sobre el futuro de Miami Beach, Walness tiene una conclusión tajante: «lo mejor es que vengan a disfrutarla mientras todavía exista».
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