Bajo nuestros pies
Un hombre tomó del brazo a su hijo y lo llevó al patio de la casa. Allí le entregó un trozo de metal del tamaño de una almendra.
¿Qué es?
Preguntó el niño, con el metal en sus manos.
-Una semilla, para que la siembres.
¿Una semilla de metal?
-La semilla de una bomba. La vas a sembrar aquí en el patio; deberás venir al final de cada día y pararte sobre la tierra que la cubre.
No necesitarás regarla, porque sin agua vive. Crecerá con el odio que le traigas. Cuando te pares sobre la tierra, si acumulas odio ese día, la semilla de la bomba lo absorberá.
¿Y si llevo odio todos los días?
Entonces, la semilla crecerá. Se convertirá en una bomba gigante y un día, sin anunciarlo, explotará bajo tus pies.
Yo no quiero eso.
Entonces procura nunca odiar. Si quieres, no ames. Si no encuentras el amor, si no hallas qué amar o a quién amar, no ames. Lo que no debes hacer nunca, bajo ninguna circunstancia, es odiar.
El odio alimenta las bombas que germinan bajo nuestros pies.