¿Y la indexación?
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Así comienza y termina el microrrelato del hondureño Augusto Monterroso. De igual manera despiertan cada día los dominicanos y dominicanas que pueblan estos 48 mil kilómetros cuadrados.
Los apagones siguen aquí, el alto costo de la canasta familiar, la precarización de la salud y la educación, el abandono de la producción nacional agropecuaria. De la misma manera se profundiza la desesperanza, al saber que siguen allí los problemas fundamentales y que el Gobierno es indiferente ante ellos.
El presidente de la República, quien se autoproclama como un gran reformador, anunció en La Semana de Promesas, el aumento de un día más de vacaciones para los trabajadores, a partir de los tres años de labor en una empresa.
Y entenderá el presidente, en su fantasía, que hay agradecer de rodillas la benevolencia empresarial y del Gobierno por esa gran conquista. De lo que no habla el mandatario es de indexación que debe aplicarse a los trabajadores por la inflación.
El artículo 327 del Código Tributario establece que el Poder Ejecutivo debe ordenar cada año un ajuste por inflación, basada en el índice de los Precios al Consumidor del Banco Central.
Esto quiere decir que a los trabajadores hay que compensarles con un aumento cada año, las pérdidas del valor del dinero que se ha tenido por la inflación.
Lo que ha hecho el actual Gobierno del PRM es violar durante cuatro años esa disposición. Indiferente a las necesidades que verdaderamente y verticalmente reclaman los ciudadanos, el presidente insiste en presentar sus inconsultas y banales reformas, dislocando y distrayendo a la gente de los problemas urgentes.
Pareciera que no tiene más ocupación el presidente, que sentarse a responder cualquier tontería que le pregunten, como la permanencia de Pedro Santana en el Panteón Nacional o la bancarización de gente sin cédula, “mientras corren las aguas por la calle en declive y el corazón se muere de un ensueño que vive”, diría José Ángel Buesa.
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