Quizás nos cuesta aceptarlo, pero la nuestra es una sociedad cada vez más violenta.  Las últimas semanas son una muestra.

Además de los hechos y la revictimización, el círculo se completa con apoyo de figuras y un círculo mediático innecesario, que no contribuye a la protección de quienes atraviesan las desgracias. 

Como si se tratara del lanzamiento de una nueva producción discográfica, el involucrado en un hecho reciente, se paseó arrogante por un programa de televisión, ofreciendo su versión de los hechos. ¡Qué suerte que pueda darla! 

De entrada, con dulzura y sin decoro, se le expresó que se esperaba se sintiera cómodo. Sin perder un segundo el engreimiento, reveló nombres, se compartieron intenciones y rodaron los derechos de la menor.

Sus defensores, hasta pidiendo reevaluar los términos. Que si niña, que si adolescente. 

Una justicia que solo presta atención a las amenazas de muerte, tras el asesinato de la denunciante. Una justicia que entiende no es para tanto acosar y pedir a una menor de edad ir a un encuentro sola, ofreciendo favores y persuadiendo, hace que mucha gente insista en hacerse las preguntas equivocadas.

Si la violan, ¿cómo iba vestida? ¿Por qué salió sola?

¿Cómo se atrevió a ponerse esa falda?

Si lo/la matan, ¿qué hizo para provocarlo?

Si denuncia a su abusador, ¿por qué no denunció antes?

Y, para complicar más el tema de la violencia, gracias a ciertos medios dominicanos, ahora llega ¿cuál es su versión?