Una siesta más

27-05-2025
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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Mi adopción ocurrió hace 20 años. Desde entonces, se convirtió en una especie de espina dorsal en mi vida, en todo lo que hice desde entonces.

Tenía yo probablemente poco más de 100 libras y una forma de ser complicada, cruda, muy contraria a todo lo que él era: pausado, siempre bien puesto y de mecha larga.

Fanático defensor de las siestas, con las que bromeábamos sobre usar pijama con gorrito incluido, de la política del cariño y de la alegría.

Nos unió la fe en la política y en su poder para transformar la vida de la gente, y la convicción de que, a través de ella, debemos hacer valer y respetar sus derechos.

Nos unió para siempre el PLD, el danilismo. Pero la muerte es muy definitiva, y la de Roberto me ha arrebatado tanto.

La receta “facilísima” del dulce de coco.

El protector siempre a mi lado y de mi lado.

Un gran creador y contador de historias.

El maestro que me enseñó que la acción política debe estar basada en la solidaridad y que el cariño debe guiar la acción, cada decisión política.

A asumir la desgracia ajena como si fuera la propia.

A quien siempre encontraba la manera de que todo el mundo estuviera contento, cuidado, conforme.

A quien supo y enseñó que no bastaba con hacer la política correcta, sino que había que contar una historia que diera a la gente esperanza, optimismo y confianza en el futuro.

La celebración orgullosa de mis triunfos y el soporte en mis momentos duros.

Y mucho, mucho más.

Hoy no recibiré la llamada para dejarme saber: “Mabeleishun, me encantó lo que escribiste”, como siempre lo hacía, y probablemente no esté a gusto con todo lo dicho en este Quiero Que Sepas, porque su nobleza y humildad auténtica no le permitían reconocerse en palabras grandiosas.

Seguirá viviendo en las anécdotas que repetimos con risas y ternura, en los consejos y sueños que guiarán a esta Comunidad Ojalá, y en esa forma suya de estar presente, incluso en su ausencia.

Hoy hablo desde una profunda tristeza, pero también desde un aún mayor agradecimiento: por la confianza, por el respeto, por dejarme caminar a su lado sin imponer, por enseñarme con el ejemplo y por haberme hecho sentir siempre parte de proyectos realmente valiosos.

Dicen que la alegría es la redentora de la tristeza, pero mientras la primera tarda en volver, yo quisiera, Roberto, que esto fuera tan solo una siesta más.

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