Tal parece que es el método preferido del gobierno: echar tierra sobre la tragedia. Y sobre todo lo que no le conviene.

Lo hemos visto con la tragedia de San Cristóbal. Alrededor de cuarenta muertos y otro número de heridos y daños. ¿Ha habido un informe detallado de causas y consecuencias? No lo conozco. ¿Y usted?

En La Victoria, ¿cuántos fueron REALMENTE los muertos? ¿Cuántos los heridos? ¿Causas y consecuencias?

Y como sabemos que alrededor del 50% de la población en las cárceles del país no ha ido a juicio, ¿cuántos inocentes perdieron la vida allí?

¿Por qué no se ha habilitado Las Parras? ¿Cómo explicar el saqueo y el deterioro de su mobiliario?

¿Cuánto costará ahora ese descuido imperdonable del gobierno? ¿Los 288 millones de que habla el asesor de seguridad del Presidente o los 1600 millones de que habló el gobernante? La diferencia es astronómica. ¿Alguien quiere hacer negocio?

Pero, de nuevo, tierra sobre la tragedia. Y sobre la incompetencia gubernamental.

Y así ocurre con todos los serios problemas que afectan al país. ¿La deuda externa? ¿La inflación? ¿El tránsito? ¿El deterioro de la producción agropecuaria? ¿El desastre en medioambiente con plantas de la muerte en Azua, saqueo de los ríos, las Dunas de Baní…?

El millón de empleos prometido se olvidó pronto. Se vio en el Debate. Hasta hace poco ni siquiera habíamos recuperado el nivel de empleo de antes de la pandemia.

No hay planes. Por tanto, no hay evaluaciones ni seguimiento científico.

Todo se despacha con promesas. Promesas antes, promesas ahora y para después.

Y, cubriendo todos los temas, una gruesa capa de tierra. De propaganda bien pagada a todo lo largo y ancho del país.

¿Merece República Dominicana cuatro años más de propaganda e improvisación?