“Un tipo genial”
La violencia machista tiene estructura. Habla todos los idiomas, tiene todas las nacionalidades.
Son normas y creencias que logran que sea tolerada, minimizada o incluso legitimada.
En solo días, hemos escuchado nuevas demostraciones de cómo el abuso contra las mujeres toma siempre nuevas formas.
El «cómo iba vestida», «donde estaba», «con quien se juntó» y otras muchas excusas quedaron sepultadas, volvieron al lugar de donde nunca debieron salir.
A Rebecca Cheptegei, ugandesa, madre de dos hijos, la mató el ex novio rociándola de gasolina y prendiéndole fuego.
A Carol Flaz-Burgos, en Lawrence MA, la mató un vecino, dejando también a dos niños sin su madre.
Gisèle, francesa de 71 años, vendida por su marido, conocido como un «padre amoroso y bueno», fue abusada sexualmente por decenas de violadores por más de 9 años, drogada hasta el coma, fotografiada y grabada mientras se cometían los hechos.
Más de 20 mil fotografías y videos para la memoria histórica del odio, del atropello y del asco. Su hija, primas y nueras, sin saber hasta donde llegó con ellas. Para Gisèle, su marido era «un tipo genial».
Uno, un par o 53. Abusadores en manada y en solitario.
No importa si corres como Rebecca.
No importa si eres una gran madre, abuela, y estás en tu propia casa con el tipo con el que te casaste hace 50 años.
No importa si haces la señal de la cruz antes de encontrarte con tu verdugo.
No importa cómo vivamos, con quién nos casemos o qué decisiones tomemos.
No basta con lamentar a las asesinadas, debemos cuestionar y transformar las estructuras y creencias que permiten que estas tragedias sigan ocurriendo en casa, en las escuelas, en las oficinas, partidos políticos, en el deporte y en todos lados.
Dejemos de normalizar el horror. No hay justificación posible y mucho menos el «no todos».
Hay que enfrentar la violencia machista desde la responsabilidad colectiva.
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