Un país diferente
Represiones, amenazas, secuestros, asesinatos de ambientalistas, la justicia como brazo político, prensa silenciada y, al que hable, expediente.
Puede pensar usted que hablo de Ecuador, México, Colombia, el Brasil de Bolsonaro o cualquier otro país de la región, pero no, me refiero a la República Dominicana.
Hemos tenido en el patio un par de días para enmarcar. El pa’ trá y pa’lante estatal acostumbrado, comunicados que reflejan la realidad que mueve a mucha gente y su objetivo en las instituciones que dirigen, y las mentiras, chistes y cuentos desde el podio presidencial para levantar aplausos y los «¡qué monstruo es ese tipo!» que con tanta alegría sueltan los lisonjeros.
La cacería se va ampliando cada vez más porque, como se ha repetido hasta el cansancio, cuando el circo judicial se lleva entre las patas el Estado de Derecho, no queda nadie seguro. Abogados, empresarios y prensa ahora en la mirilla. Hablar se va convirtiendo en un acto peligroso en la RD.
¿Exageración? Piense en lo que se vive cada día en el país, los casos que sorprenden y nos hacen pensar en que eso no es lo que éramos, y vaya sacando cuentas de cuánto nos queda para convertirnos en sociedades como las mencionadas al principio de este artículo.
Ya solo queda ver qué tanto quedará de lo que fuimos y, a los que no tienen pa’ dónde coger, acompañarlos en su sufrimiento.
El cambio nos está dejando un país diferente, pero mucho peor del que teníamos.
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