En 2021, la antropóloga canadiense Jaclynn Ashly publicó un estudio que hizo en las comunidades afectadas por la contaminación de la minera Barrick Gold. Ese reportaje publicado en la prestigiosa revista norteamericana Jacobin, se titula “La compañía minera canadiense que los dominicanos consideran peor que Colón”.

 Ashly entrevistó no solo a los comunitarios, sino a expertos como Ezequiel Echevarría, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, quien predijo lo que está ocurriendo ya en la provincia Sánchez Ramírez.

“Es un suicidio ecológico”, dijo el profesor.  “La República Dominicana es una nación insular superpoblada, cuyos 10.8 millones de habitantes no tendrán adónde ir si la minería continúa consumiendo los recursos del país y contaminando sus ecosistemas”.

Debemos recordar que desde el 2021 a las comunidades alrededor del arroyo Margajita la minera debe suplir agua embotellada porque la del lugar no es potable.

Además, la autora muestra la contaminación de los cultivos de cacao y la muerte del ganado. También ha ocurrido lo mismo a las del río Naranjo, que ahora hay que llevar camiones de agua potable cuando y como a la minera le parezca.

Y yo agregaría que en caso de un derrame de contaminantes, como ha ocurrido en otros lugares de explotación de esta minera, sería aún mucho peor. Ya no serían el Naranjo y  Margajita los contaminados, sino que se extendería a toda la cuenca y contaminar aguas abajo a otras comunidades.

La estrategia de comunicación de Barrick en todas sus explotaciones es desmentir las denuncias de los comunitarios. En Argentina, en  2017, en Veladero de San Juan, ocurrieron tres derrames en año y medio y, a pesar de las cámaras de vigilancia, seguían negándolo.

Lo mismo hacían aquí con los videos de las vacas muertas que los comunitarios les dejaban frente a sus oficinas. La respuesta fue la represión brutal a los comunitarios por defender su río Naranjo.

Lo que no pueden desmentir es la muerte de la Naturaleza y la biodiversidad por la contaminación con cianuro y otras sustancias tóxicas.

Por eso exigimos transparencia y que el Senpa y las academias investiguen las denuncias de los comunitarios sobre un posible derrame ocurrido el día del apagón.