Trocitos emotivos a la carta
Durante estos 14 meses de crisis sanitaria y de obligado confinamiento (que ya deja de serlo), ha aumentado el consumo doméstico de información y entretenimiento vía Internet y las herramientas digitales.
Forzado por las circunstancias. Por la necesidad.
El intercambio de verdades y conocimientos que los seres humanos adquieren tradicionalmente vía el lugar de trabajo, plazas comerciales, parques, lugares de diversión y encuentros familiares, se vio reemplazado por las vías digitales.
Este reemplazo ha provocado un mayor poder de los emisores de información, pero ha exigido también su transformación.
Cambia el consumo. También la mercancía en su narrativa, ritmo y formato.
Los consumidores, por igual, cuya fidelización y control se ha hecho más compleja, cuestionan modelos de negocios que parecían inmutables.
Por ejemplo, los comercializadores de eventos deportivos, de entretenimiento, fabricantes de noticias europeos han recibido con preocupación los resultados de estudios recientes que muestran “desinterés y atención troceada” de la población joven por “productos comunicacionales con escasos momentos emocionantes”.
Las preferencias se inclinan por la suscripción para prescindir o consumir la publicidad cuando así lo deseen. Aprecian la publicidad en su utilidad informativa. “Te buscaré cuando te necesite, no cuando tú quieras”.
Los jóvenes se estarían inclinando por consumir “trocitos narrativos emotivos, precisos y globales”.
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